Thiago y su valiente batalla contra momias y esqueletos



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires, y Thiago, un niño de 3 años, estaba muy emocionado. Con su capa de superhéroe hecha de una manta vieja y una linterna brillante en la mano, estaba listo para una gran aventura. A Thiago le encantaba imaginar que era un valiente guerrero que luchaba contra momias y esqueletos que intentaban apoderarse del parque donde jugaba con sus amigos.

"¡Hoy voy a salvar el parque!" - exclamó Thiago mientras corría hacia el columpio, convencido de que debajo de él se escondería una momia.

Thiago miró bajo el columpio y, efectivamente, allí había una sombra. Eran sólo algunas hojas movidas por el viento, pero eso no lo detuvo. Empezó a hablarle a las hojas.

"¡Sal de tu escondite, momia asustona! ¡Soy el gran Thiago!" - dijo con toda su valentía.

En ese instante, sus amigos, Lucía y Mateo, se acercaron curiosos.

"¿Qué estás haciendo, Thiago?" - preguntó Lucía, riendo.

"¡Estoy luchando contra una momia!" - contestó convencido.

"¡Yo quiero pelear también!" - dijo Mateo entusiasmado.

Entonces, los tres decidieron unirse a Thiago en su misión. Juntos, salieron a buscar a las momias y esqueletos que, según sus historias, robaban los juguetes de los niños. Empezaron a buscar en cada rincón del parque, imaginando que las sombras eran criaturas misteriosas que acechaban.

Pasaron por el tobogán y, de repente, un cartel de papel que decía "¡Atención! ¡Peligrosas momias en el área!" llamó su atención. Los amigos miraron a Thiago con sorpresa.

"¿Qué hacemos, héroes?" - preguntó Lucía.

"¡Debemos formar un equipo especial para enfrentarlas!" - ordenó Thiago.

Con un gran grito de guerra, los tres se unieron formando un círculo. Entonces, Thiago agregó un giro inesperado:

"Ya sé, ¡hagamos una trampa para atraparlas!"

Empezaron a recolectar ramas, hojas y todo lo que encontraban en el parque para armar su trampa.

Mientras trabajaban en su plan, una mariposa voló alrededor de ellos. Era de colores brillantes y se posó en el hombro de Thiago.

"¡Mira, una aliada!" - exclamó.

"Sí, ¡ella nos guiará hacia las momias!" - dijo Mateo emocionado.

Siguieron a la mariposa, que los llevó hacia una zona del parque donde había más sombras. Pero en lugar de encontrar momias, se toparon con un grupo de niños que también estaban jugando.

"¡Hola!" - saludó uno de ellos.

"¿Ustedes están luchando contra momias?" - preguntó una niña.

"Sí, pero no hemos encontrado ninguna aún," - respondió Thiago.

Entonces, uno de los nuevos amigos propuso: "¿Por qué no hacemos una batalla de juegos? En lugar de pelear, ¡podemos jugar a ser momias y esqueletos!"

Thiago pensó por un momento y sonrió:

"¡Eso suena genial!"

Y así, los niños se dividieron en grupos: unos serían las momias y otros los valientes guerreros. Se disfrazaron con mantas, hojas y lo que encontraron para representar a las momias. Comenzaron a jugar y a correr por todo el parque, riendo y gritando con entusiasmo.

Mientras jugaban, Thiago se dio cuenta de que la verdadera aventura era disfrutar con sus amigos, sin temor a las sombras.

Al final del día, se sentaron todos juntos en la plaza del parque, disfrutando de unas galletitas que la mamá de Lucía había traído.

"Eso estuvo increíble. No necesitamos luchar contra las momias, solo queríamos jugar y divertirnos juntos" - comentó Mateo mientras mordía una galletita.

"Exactamente, la amistad es más poderosa que cualquier momia" - respondió Thiago, sintiéndose el héroe del cuento.

Y así, Thiago, Lucía, y Mateo aprendieron que a veces la mejor forma de luchar es jugando y compartiendo momentos divertidos con amigos.

FIN.

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