Thomas y el Planeta Caca



Era una vez un niño llamado Thomas. Thomas era diferente a los demás. Aunque su corazón era tan grande como una montaña, su apariencia no era la más agraciada, y eso lo hacía sentir un poco triste. Además, había otro problema: Thomas no sabía cómo hacer caca. Cada vez que intentaba, se sentía angustiado y frustrado, porque no solo le dolía la pancita, sino que también enfrentaba las burlas de otros niños.

Un día, mientras exploraba su jardín, Thomas encontró un pequeño portal brillante escondido entre las flores. Con gran curiosidad y un poco de miedo, decidió entrar. De repente, fue transportado a un planeta muy extraño y divertido llamado Caca.

Al llegar, se encontró rodeado de criaturas coloridas y risas contagiosas. Una de ellas, una pequeña nube llamada Nubi, se acercó a él.

"¡Hola, niño! Bienvenido al Planeta Caca. Aquí todos son felices, ¡y nadie se burla de nadie!" - exclamó Nubi, revoloteando a su alrededor.

Thomas, sorprendido y un poco confundido, respondió:

"¿Caca? ¿Es en serio? ¿No puedo salir volando como tú? Tengo un problema, no sé cómo hacer caca."

Nubi soltó una risa suave.

"Oh, eso no es un problema aquí. ¡En el Planeta Caca, la gente sabe que todos enfrentan retos y juntos los superamos! Vamos, te enseñaré a hacer caca. ¡Es muy fácil!"

Thomas sintió una pequeña brisa de esperanza. Nubi lo guió a través de un jardín lleno de árboles que producían frutas mágicas que ayudaban a los habitantes a hacer caca cuando lo necesitaban. Allí conoció a otros niños y criaturas que también tenían dificultades.

Un niño de orejas grandes, llamado Pipo, dijo:

"¡Yo también tenía problemas para hacer caca! Pero una vez que comí esta fruta especial, ¡todo cambió!"

Thomas decidió probarla y, aunque al principio dudó, se llenó de valor y mordió una de las frutas. De inmediato, sintió una extraña pero divertida cosquilleo en su pancita.

"¡Esto es increíble!" - exclamó Thomas, y todos comenzaron a reírse juntos. Pero aún había algo más que quería aprender.

"¿Y cómo puedo dejar de ser feo?" - preguntó triste.

Nubi lo miró con ternura y le respondió:

"La belleza viene de adentro. Disfrutar de buena compañía, aprender a reírte de ti mismo, eso es lo que importa. ¡Eres especial tal como eres!"

Thomas, comprendiendo que la apariencia no lo definía, se llenó de alegría. Decidió compartir lo que había aprendido con sus nuevos amigos. Juntos, hicieron una feria llena de risas, donde cada uno mostraba sus talentos y lo que los hacía únicos.

Sin embargo, un día, una sombra cubrió el planeta: un ser llamado Grumpus llegó y comenzó a criticar a todos.

"¡Bah! Ustedes son todos feos y no saben ni hacer caca!" - gritó. Los niños se sintieron desanimados, pero Thomas recordó las palabras de Nubi.

"¡Miren! Somos especiales y juntos podemos ser felices. ¡No importa lo que opine Grumpus!" - exclamó, armándose de valor.

Los demás niños lo apoyaron y comenzaron a reír y bailar. Grumpus, atónito por su alegría, se unió sin saber cómo.

"Esperen un momento... ¿Por qué están tan felices?" - preguntó.

Thomas se acercó a él y dijo:

"Porque aprendimos a aceptarnos y ayudarnos. La amistad es lo más importante. ¡Vení, súmate a nuestra fiesta!"

Al final, Grumpus, tocado por la bondad de los demás, decidió cambiar. Y así, el Planeta Caca se llenó de alegría, muestras de amor, color y risas.

Después de unas horas de diversión, Thomas sintió que era hora de regresar a su hogar. Se despidió de sus amigos, prometiendo volver.

Cuando regresó a casa, Thomas no se sintió más triste. Ahora sabía que tenía un corazón grande, que la risa era la clave de la felicidad y que su estilo único era su sello especial. Además, había aprendido a hacer lo que antes era un problema, y se sintió enormemente orgulloso.

A partir de ese día, a pesar de las críticas, Thomas se convirtió en un defensor de la felicidad y la amistad, recordando siempre que ser diferente es lo que hace a cada uno de nosotros especial.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!