Tic, la Rana Artista



En un tranquilo estanque rodeado de hermosos árboles y flores de todos los colores, vivía Tic, una rana muy creativa. Tic no era como las demás ranas. Mientras sus amigos pasaban el día saltando de hoja en hoja y pescando moscas, Tic soñaba con colores, pinceles y obras de arte.

"¿Por qué no hacemos algo diferente?" - les decía a sus amigos un día soleado.

"¿Qué te parece si pintamos el estanque?" - sugirió con mucha emoción.

Pero sus amigos solo se reían. "¡Mejor saltemos!" - dijo Roco, el amigo más travieso. Así que Tic decidió actuar solo.

Reunió todos los materiales que encontró: algunos palitos, hojas grandes y flores. Con mucho cuidado, comenzó a pintar en la orilla del estanque. Usó los colores de la naturaleza: el verde de las hojas, el azul del agua y el amarillo de las flores.

Día tras día, Tic trabajó sin parar, y pronto el estanque se transformó en una obra maestra. Desde lejos, los niños comenzaron a acercarse y a maravillarse.

"¡Miren, qué hermoso!" - gritó una niña llamada Valen. "¿Quién lo hizo?" - preguntó ella, con los ojos llenos de asombro.

"Soy yo, Tic!" - dijo la rana alegremente. "Quise darle más color a nuestro hogar."

Los niños se entusiasmaron mucho con la poesía y la alegría que emanaba su obra.

Pero un día, una terrible tormenta se desató. El viento soplaba con fuerza y la lluvia caía sin parar. Al amanecer, los colores de Tic habían desaparecido, y el estanque se veía triste y gris.

"No, no puede ser..." - pensó Tic, angustiado. "Todo lo que hice se ha ido. Ya no hay colores para alegrar a los niños."

Sin embargo, cuando los niños llegaron al estanque, no se desanimaron. Valen se acercó a Tic y le dijo:

"No te preocupes, Tic. ¡Podemos ayudar!"

Los niños comenzaron a recolectar piedras, hojas y cualquier cosa colorida que pudieran encontrar. Explicaron que podían hacer una nueva obra de arte juntos.

"¡Eso suena divertido!" - dijo Tic, sintiéndose animado de nuevo.

Así, con risas y creatividad, los niños y Tic se juntaron para trabajar. Pintaron piedras de colores vibrantes, ataron flores alrededor del estanque y crearon un arco iris en cada rincón.

"¡Miren lo que hemos hecho!" - gritó uno de los niños.

"¡Ahora nuestro estanque es más hermoso que nunca!" - exclamó Valen.

Tic se sintió increíblemente feliz. No solo había recuperado su arte, sino que también había aprendido que compartir la creatividad con otros le daba aún más alegría.

Desde ese día, el estanque se convirtió en un lugar de inspiración. Los niños venían a jugar, pintar y contar historias, todos juntos, rodeados de colores y alegría. Tic entendió que la verdadera belleza no solo estaba en su arte, sino en la amistad y la colaboración. Y así, el pequeño estanque jamás volvió a ser gris.

"Hoy hiciste algo maravilloso, Tic," - afirmó Roco, el amigo travieso. "¡Gracias por compartir tu creatividad con nosotros!"

Y Tic, la rana artista, sonrió, sabiendo que la creatividad, acompañada por amigos, podía cambiar el mundo. Y así, la historia de Tic y los niños se esparció por todo el bosque, inspirando a otros a llenar sus vidas de color y amistad.

FIN.

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