Tiempos de Amistad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Amistad, dos amigos inseparables llamados Martina y Tomás. Ellos jugaban juntos todos los días, se contaban secretos y se apoyaban en todo momento.

Un día, llegó una noticia inesperada: la familia de Tomás debía mudarse a la ciudad porque su papá había conseguido un nuevo trabajo. Martina y Tomás estaban muy tristes por tener que separarse, pero prometieron mantenerse en contacto y ser amigos para siempre.

"¡No te preocupes, Martina! Nos escribiremos cartas y hablaremos por videollamada. ¡La distancia no podrá separar nuestra amistad!" -dijo Tomás con optimismo. Así fue como Martina y Tomás continuaron siendo amigos a pesar de la distancia.

Martina extrañaba jugar con su amigo todos los días, pero se alegraba al recibir las cartas llenas de dibujos coloridos que Tomás le enviaba desde la ciudad.

Un año después, Martina recibió una gran noticia: su familia también se mudaría a la ciudad debido al trabajo de sus padres. Estaba emocionada por volver a estar cerca de su amigo Tomás. Cuando Martina llegó a la ciudad, corrió hacia la casa de Tomás con una sonrisa enorme en el rostro.

Pero al llegar allí, descubrió que la casa estaba vacía y en venta. Confundida, tocó el timbre de la casa vecina para preguntar por la familia de Tomás.

Para su sorpresa, quien abrió la puerta fue el mismo Tomás con una gran sorpresa preparada. "¡Martina! ¡Qué alegría verte aquí! Resulta que mi papá consiguió un mejor trabajo en esta otra ciudad vecina y nos mudamos nuevamente. ¡Pero ahora estamos más cerca que nunca!" -exclamó Tomás emocionado.

Martina no podía creer lo que estaba escuchando. Estaba feliz de tener a su amigo nuevamente cerca y juntos prometieron nunca más separarse.

Desde ese día, Martina y Tomás aprendieron que aunque a veces las circunstancias los lleven por caminos diferentes, su amistad era tan fuerte que nada podía romperla. Jugaron juntos en la nueva ciudad, compartieron nuevas aventuras e incluso soñaron con estudiar juntos cuando fueran grandes.

Y así fue cómo Martina y Tomás demostraron que una verdadera amistad puede superar cualquier obstáculo, incluso la distancia física.

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