Tim y su aventura lunar



Era una tarde clara y estrellada cuando Tim, un niño de diez años con grandes sueños, se sentó en su jardín a observar el cielo. La luna brillaba con toda su fuerza y Tim no podía evitarlo, siempre había soñado con viajar allí.

"¡Mirá, Luna! Te prometo que algún día estaré allí arriba", dijo Tim, apuntando con su dedo hacia la luna.

Su vecino, Juani, un niño que siempre jugaba con él, se acercó curioso.

"¿A dónde?" - preguntó Juani, con un guiño de complicidad.

"¡A la luna!", respondió Tim emocionado.

Juani se sentó a su lado y preguntó:

"¿Pero cómo harías para llegar?"

Tim comenzó a imaginar.

"Tendría que construir un cohete..." y sus ojos brillaron, "¡Sí, un cohete!".

Juani rió,

"No se puede construir uno así nomás. Necesitás planearlo bien, investigar sobre cohetes y todo eso".

Tim asintió, decidido.

"¡Y eso haré!".

Así empezó la aventura de Tim y Juani. Pasaron días leyendo libros sobre el espacio y viendo documentales. Tim aprendió sobre la gravedad, la atmósfera y cómo funcionan los cohetes. Se llenaba de ideas, y a cada minuto su entusiasmo crecía.

Un día, mientras jugaban en el parque, Tim encontró un viejo televisor abandonado en la vereda.

"¡Mirá Juani! ¡Podemos usarlo para construir nuestro cohete!" dijo emocionado, y ambos corrieron a llevárselo.

Con la ayuda de algunos cartones, pegamento y muchas horas de trabajo, Tim y Juani lograron armar un cohete que no solo se veía bien, ¡también era enorme! Se sentaron dentro, mirando por las ventanas hacia el cielo.

"¿Y ahora qué hacemos?" - preguntó Juani, riéndose.

"Ahora, ¡despegamos!" - dijo Tim, haciendo ruidos y gestos como si estuvieran en un verdadero cohete. Juani se unió a él, ambos pasaban un rato divertido, pero de repente algo los hizo detenerse.

"¿Y si nuestra aventura es solo un juego?" - preguntó Juani, un poco decepcionado.

Tim lo miró serio y dijo:

"No, no es solo un juego. Todo comienza con un sueño. Podemos hacer tantas cosas... si te lo proponés. ¡Imaginá a todos los astronautas que han viajado!".

Juani asintió, contemplando la idea. De repente, escucharon la voz de la mamá de Tim llamándolos desde casa.

"Tim, Juani, ¡es hora de cenar!"

Mientras comían, Tim no podía dejar de pensar en su aventura.

"Mamá, ¿me podrías ayudar a investigar más sobre la luna?"

La mamá sonrió.

"Claro, Tim. Te puedo llevar a la biblioteca este fin de semana".

Esa noche, Tim no pudo dormir. Pensaba en todos los libros que iba a leer y la información que iba a descubrir.

El fin de semana fue mejor de lo que imaginaba. Encontraron libros sobre viajes espaciales, astronautas y la historia de la luna. Aprendieron sobre misiones como Apolo 11, y cómo los astronautas preparaban su viaje. Cada página que pasaban los llenaba de más y más inspiración.

De vuelta a casa, cargados de libros, Juani sugirió:

"Deberíamos hacer una presentación en la escuela sobre lo que aprendimos".

Tim asintió entusiasmado.

"¡Sí! Y hasta podríamos invitar a nuestros compañeros a soñar!".

Prepararon todo y el día de la presentación, Tim se sintió un poco nervioso, pero cuando llegó su momento, miró al público lleno de amigos y comenzó a hablar con pasión sobre sus sueños y aventuras.

"¿Y si cada uno de nosotros decidiera seguir sus sueños?"

Los niños los miraban fascinados, y al final, Tim y Juani recibieron aplausos y palabras de aliento.

Ese mismo día, después de la escuela, mientras volvían a casa, Juani dijo:

"¿Quién diría que un televisor viejo y unos libros nos llevarían tan lejos?"

Tim sonrió.

"Nunca te desanimes. La luna es solo el comienzo de nuestros sueños. ¡Un día llegaré allí, y todos ustedes me acompañarán en espíritu!"

Los amigos continuaron soñando y explorando juntos, recordando siempre la noche de estrellas que los había llevado a soñar sin límites.

FIN.

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