Timoteo y su día mágico en el jardín


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Flores, un niño llamado Timoteo que estaba a punto de comenzar su primer día en el jardín.

Estaba tan emocionado y nervioso al mismo tiempo que apenas pudo dormir la noche anterior. Se levantó temprano, se vistió con su uniforme escolar y desayunó con su familia, mientras su mamá le recordaba lo divertido que iba a ser.

Timoteo caminó hacia el jardín tomado de la mano de su mamá, mirando a su alrededor con ojos curiosos. Al llegar, vio a otros niños corriendo y riendo, lo cual lo hizo sentir aún más ansioso.

Su mamá le dio un beso en la mejilla y le dijo: "¡Diviértete mucho hoy! Vas a hacer amigos nuevos y aprender cosas increíbles". Timoteo entró tímidamente al salón de clases donde lo recibió la maestra Clara, una mujer cálida y amable que notó al instante los nervios del pequeño.

"Hola Timoteo", dijo la maestra Clara con una sonrisa reconfortante. "¿Estás listo para empezar este nuevo capítulo?""Sí", respondió Timoteo tímidamente. La maestra Clara entendió cómo se sentía Timoteo y decidió hacer algo especial para ayudarlo a sentirse más cómodo.

Durante la mañana, organizaron actividades divertidas como pintar con los dedos, jugar en el arenero y escuchar cuentos emocionantes. Con el correr de las horas, Timoteo comenzó a relajarse y disfrutar de las actividades junto a sus compañeros de clase.

Se sorprendió al darse cuenta de que no tenía por qué estar tan nervioso; el jardín era un lugar lleno de diversión y aprendizaje.

Al mediodía llegó el momento del almuerzo, donde todos los niños compartieron sus viandas entre risas y charlas animadas. Timoteo se sentía feliz de formar parte de ese grupo tan amigable. Por la tarde, la maestra Clara propuso una actividad muy especial: plantar semillas en macetas para cuidarlas durante todo el año escolar.

A medida que Timoteo metía sus manitos en la tierra húmeda sintió una conexión especial con la naturaleza y se emocionó al pensar en ver crecer sus propias plantas.

"¡Mira maestra Clara! ¡Voy a cuidar esta planta como si fuera mi mejor amigo!", exclamó Timoteo emocionado. La jornada terminó con juegos al aire libre donde Timoteo corrió sin parar junto a sus nuevos amigos, riendo a carcajadas mientras el sol comenzaba a ponerse en el horizonte.

Al finalizar el día, cuando llegaron los papás a buscarlos, Timoteo les contó entusiasmado todas las aventuras vividas en su primer día de jardín. Estaba radiante de felicidad y orgullo por haber superado sus miedos iniciales.

Esa noche, antes de dormir, Timoteo le dijo a su mamá: "Gracias por llevarme al jardín hoy. Fue uno de los días más divertidos de mi vida".

Y con una sonrisa dibujada en su rostro cerró los ojos sabiendo que había encontrado un lugar donde crecer rodeado de amor y alegría. Desde entonces, cada mañana Timoteo despertaba emocionado por ir al jardín sabiendo que cada día sería una nueva aventura llena de descubrimientos maravillosos junto a sus amigos y querida maestra Clara.

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