Tita, la estrella de colores


Había una vez una estrella llamada Tita que vivía en el cielo. Era una estrella muy especial, ya que cada vez que sentía una emoción, su brillo se transformaba en un color diferente.

Se ponía roja cuando se enojaba, azul cuando estaba triste, verde cuando estaba en calma, amarilla cuando estaba feliz y negra cuando tenía miedo. Tita siempre había sido curiosa y aventurera. Un día decidió bajar del cielo para explorar el mundo de los humanos.

Mientras volaba por la Tierra, vio a un niño llamado Lucas llorando bajo un árbol. Inmediatamente, Tita sintió compasión por él y su brillo se volvió azul como el mar.

Se acercó a Lucas y le preguntó qué le pasaba. "Estoy triste porque mis amigos no quieren jugar conmigo", respondió Lucas entre sollozos. Tita sabía que tenía que ayudarlo a sentirse mejor.

Juntos buscaron a los amigos de Lucas y descubrieron que estaban preocupados por algo que les había pasado ese día. Tita brilló de color verde mientras les explicaba cómo podían resolver sus problemas hablando entre ellos. Los amigos escucharon atentamente y decidieron darle otra oportunidad a Lucas.

El niño se alegró tanto que su corazón se llenó de felicidad y Tita comenzó a brillar intensamente de color amarillo. Desde ese día, Lucas supo lo importante que era hablar sobre sus sentimientos para mantener una buena relación con sus amigos.

Un tiempo después, mientras Tita seguía explorando el mundo humano, llegó a un bosque oscuro donde todos los árboles estaban entrelazados. Tita se enredó entre las ramas y su brillo se volvió de todos los colores posibles.

"¡Ayuda! Estoy atrapada!", gritó Tita asustada. De repente, apareció un búho sabio llamado Sabino y le dijo a Tita que debía calmarse para poder liberarse. La estrella respiró profundamente y su brillo se volvió verde, llenando el bosque con una luz tranquilizadora.

Siguiendo los consejos de Sabino, Tita logró desenredarse poco a poco hasta que finalmente quedó libre. Agradecida por la ayuda del búho sabio, Tita brilló de color amarillo nuevamente mientras continuaba su viaje.

A medida que pasaba el tiempo, Tita aprendió muchas cosas sobre las emociones humanas. Comprendió que todas las emociones eran válidas y necesarias, pero también entendió la importancia de expresarlas de manera adecuada.

Tita decidió regresar al cielo para compartir sus experiencias con otras estrellas y ayudarlas a entender mejor las emociones humanas. Desde entonces, cada noche iluminaba el cielo con diferentes colores según lo que sentía en ese momento.

Y así es como la historia de Tita nos enseña que nuestras emociones son parte de nosotros y debemos aprender a reconocerlas y manejarlas correctamente. Como ella, podemos brillar intensamente en cualquier situación si sabemos cómo canalizar nuestras emociones hacia acciones positivas.

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