Tita, la Tortuga Valiente



Había una vez en el mar una tortuga muy especial llamada Tita. Ella era la número 100 de su especie y tenía un caparazón más grande que todas las demás tortugas.

Sin embargo, a pesar de ser tan imponente, los demás peces se reían de ella. Un día, mientras nadaba cerca del arrecife de coral, Tita escuchó unas risas provenientes de un grupo de pececitos. Se acercó con curiosidad para averiguar qué estaba pasando.

"¡Miren! ¡Es Tita, la tortuga gigante! ¡Ja ja ja!", se burlaron los peces. Tita sintió como si le clavaran espinas en su corazón. Sus ojos se llenaron de lágrimas y nadó rápidamente hacia lo profundo del océano.

Estaba triste y no entendía por qué los demás animales se burlaban de ella solo por ser diferente. Mientras tanto, había un viejo delfín sabio llamado Don Pepe que observaba todo desde lejos.

Al ver a Tita nadando sola y triste, decidió ayudarla. Nadó rápidamente hasta alcanzarla y le preguntó:"¿Qué te pasa, pequeña? ¿Por qué estás tan triste?"Con voz entrecortada por el llanto, Tita explicó lo ocurrido con los otros peces y cómo se sentía maltratada por ser diferente.

Don Pepe sonrió comprensivamente y dijo:"Tita, todos somos diferentes en este mundo marino. Cada uno tiene sus propias habilidades y características únicas que nos hacen especiales.

"Tita levantó la cabeza sorprendida y preguntó:"¿De verdad, Don Pepe? ¿Incluso yo?"El delfín asintió y continuó:"Claro que sí, Tita. Tu caparazón más grande te permite protegerte mejor de los peligros del océano. Eres una tortuga fuerte y valiente. "Tita comenzó a sentirse mejor al escuchar las palabras de Don Pepe.

Se dio cuenta de que su tamaño no era algo por lo que debiera avergonzarse, sino algo que la hacía especial. Con renovada confianza, Tita decidió enfrentar a los peces burlones.

Nadó hacia ellos con determinación y les dijo:"Soy Tita, la número 100 de nuestra especie. Mi caparazón grande me hace única y fuerte. En lugar de reírse de mí, deberían aceptarme como soy.

"Los peces se quedaron en silencio por un momento, sorprendidos por el valor de Tita. Luego, uno a uno empezaron a disculparse y reconocer su error. A partir de ese día, todos los animales marinos aprendieron a respetar y valorar las diferencias entre ellos.

Descubrieron que cada uno tenía algo especial para ofrecer al mundo. Tita se convirtió en una defensora de la diversidad en el mar y ayudaba a otros animales que también se sentían diferentes.

La historia de Tita enseñó una valiosa lección: nunca debemos burlarnos o menospreciar a alguien solo porque sea diferente. Todos somos únicos y eso es lo que nos hace especiales.

Y así fue como Tita la tortuga gigante encontró su voz e inspiró cambios positivos en el océano, demostrando que la diversidad es algo hermoso y valioso.

FIN.

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