Tita y el tigre impaciente
Había una vez en la selva un tigre llamado Franky. Franky era muy impaciente, siempre quería todo al instante y no le gustaba esperar por nada.
Esto causaba problemas con sus amigos de la selva, ya que a veces se ponía malhumorado si las cosas no salían como él quería. Un día, mientras caminaba por la selva, Franky se topó con una tortuga llamada Tita.
Tita era conocida por ser la criatura más paciente de toda la selva. Ella podía pasar horas esperando a que algo sucediera sin perder la calma ni un segundo. -Franky, veo que estás muy agitado -dijo Tita con su voz calmada-.
¿Qué te pasa? -Estoy harto de tener que esperar por todo -respondió Franky con fastidio-. Quiero que las cosas sucedan rápido y no tener que esperar tanto tiempo. Tita sonrió y le dijo a Franky: "La paciencia es una virtud, querido amigo.
Aprender a ser paciente te traerá muchas alegrías y te ayudará a evitar problemas innecesarios". Franky no estaba convencido, pero decidió seguir el consejo de Tita y comenzó a practicar la paciencia en su vida diaria.
Al principio fue difícil para él, pero poco a poco fue notando los beneficios de ser paciente. Se dio cuenta de que podía apreciar más las pequeñas cosas de la vida cuando no estaba constantemente preocupado por lo siguiente que iba a pasar.
Un día, mientras esperaba en fila para tomar agua en el río junto a sus amigos, vio cómo un mono travieso intentaba colarse sin respetar el orden.
En lugar de enfadarse como solía hacerlo, Franky respiró hondo y decidió dejar pasar al mono sin decir nada. Sus amigos lo miraron sorprendidos y le preguntaron por qué había actuado así. -Fue difícil contenerme -dijo Franky-, pero recordé lo importante que es ser paciente y decidí darle una oportunidad al mono.
Desde ese día, Franky se convirtió en un ejemplo para todos en la selva. Su actitud paciente inspiró a otros animales a seguir su ejemplo y juntos crearon un ambiente más armonioso donde todos podían convivir en paz.
Al final, Franky comprendió que la paciencia no solo beneficia a uno mismo, sino también a quienes nos rodean. Aprendió que las mejores cosas de la vida toman tiempo y esfuerzo, pero valen la pena al final del camino.
Y colorín colorado este cuento ha terminado, ¡pero recuerda siempre ser paciente como nuestro amigo tigre Franky!
FIN.