Tita y la Misión de la Luna Brillante



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Lunavilla, donde todas las noches la luna salía a iluminar el cielo con su resplandor plateado.

Sin embargo, una noche Tita se dio cuenta de que la luna no había salido y estaba muy preocupada. Tita era una niña curiosa y valiente, así que decidió emprender un viaje para descubrir por qué la luna no aparecía en el cielo esa noche.

Se puso su abrigo rojo, agarró su linterna y partió hacia lo alto de la colina donde vivía la anciana Sabia Luna, quien sabía todo sobre los misterios de la luna.

Al llegar a la cabaña de Sabia Luna, Tita tocó a la puerta y fue recibida por una mujer arrugada con largos cabellos plateados que brillaban como estrellas. "¿Por qué hoy no salió la luna?" - preguntó Tita con voz temblorosa.

"Es porque ha perdido su brillo interior" - respondió Sabia Luna con tristeza en sus ojos. Tita se sorprendió al escuchar esas palabras y decidió ayudar a devolverle el brillo a la luna.

Sabia Luna le dijo que debían encontrar tres elementos especiales: una gota de rocío del jardín más hermoso, una pluma del pájaro más cantarín y una lágrima de felicidad sincera. Así comenzó la aventura de Tita en busca de los elementos mágicos.

Recorrió el jardín buscando entre las flores perfumadas hasta encontrar una pequeña gota de rocío brillante como diamantes. Luego siguió el canto melodioso de un pájaro azul hasta obtener una pluma suave como el viento. Sin embargo, encontrar la lágrima de felicidad sincera resultó ser más difícil.

Tita pensaba y pensaba cómo lograrlo cuando recordó un momento especial junto a su abuelo cuando le regaló un helado en un día caluroso. En ese instante sintió cómo una lágrima brotaba de sus ojos llenos de alegría.

Con los tres elementos en sus manos, Tita regresó junto a Sabia Luna para devolvérselos con cuidado. La anciana los mezcló en un caldero antiguo y pronunció unas palabras mágicas mientras giraba suavemente el contenido.

De repente, ante los ojos asombrados de Tita, surgió un destello plateado que creció hasta formar la figura radiante de la luna. "¡Lo logramos!" - exclamaron al unísono Tita y Sabia Luna. La luna brillaba ahora más intensamente que nunca gracias al brillo interior recuperado con los ingredientes especiales.

Desde ese día, cada noche Tita miraba al cielo sabiendo que había contribuido a devolverle el resplandor a la luna gracias a su valentía y bondad.

Y así concluyeron esta maravillosa historia sobre cómo incluso las cosas más bellas pueden perder su brillo pero siempre hay alguien dispuesto a ayudarlas a recuperarlo.

FIN.

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