Tita y Lila en la carrera de bicicletas


La tortuga, cuyo nombre era Tita, siempre había soñado con ser tan veloz como la brisa. A pesar de que todos le decían que las tortugas no estaban hechas para correr, ella estaba decidida a demostrar lo contrario.

Un día soleado, Tita se acercó a su amiga la iguana, llamada Lila, y le propuso hacer una carrera en bicicleta. Lila, que era muy deportista y ágil, aceptó encantada.

"¡Hola Lila! ¿Te gustaría competir en una carrera de bicicletas conmigo? Quiero demostrar que puedo ser rápida también", dijo entusiasmada Tita. "¡Claro que sí, Tita! Será divertido. Pero recuerda que lo importante es participar y disfrutar juntas", respondió Lila con una sonrisa.

Ambas se prepararon para la gran carrera alrededor del bosque. La tortuga subió a su pequeña bicicleta con mucho esfuerzo mientras la iguana esperaba ansiosa en la línea de partida. "¡Listas, preparadas...

ya!", gritó un pájaro desde un árbol cercano y comenzó la carrera. Lila partió a toda velocidad mientras Tita pedaleaba lentamente detrás de ella. La iguana tomó la delantera rápidamente y pronto desapareció de vista entre los árboles.

Sin embargo, algo inesperado sucedió: el camino se dividió en dos direcciones y Lila no sabía cuál tomar. Mientras tanto, Tita seguía pedaleando con constancia y determinación. Aunque iba lenta, no se detenía ni perdía el rumbo.

Pronto alcanzó a su amiga iguana quien estaba confundida por el cruce de caminos. "¿Qué te pasó Lila? ¿Estás bien?", preguntó preocupada Tita. "Oh Tita, me equivoqué de dirección... ¡No sé qué hacer ahora!", respondió angustiada Lila mirando hacia ambos senderos.

Tita pensó por un momento y luego dijo:"Tranquila amiga. Juntas encontraremos el camino correcto. "Con calma y trabajo en equipo lograron descifrar cuál era el sendero correcto para llegar a la meta.

Poco a poco fueron avanzando nuevamente en sus bicicletas hasta que finalmente llegaron al punto final donde los esperaba una multitud animándolas emocionados.

Aunque Lila cruzó primero la línea de meta gracias a su rapidez inicial, todos reconocieron el esfuerzo constante y la perseverancia de Tita por no rendirse nunca y ayudar a su amiga cuando más lo necesitaba.

Desde ese día en adelante, Tita entendió que cada uno tiene sus propias habilidades y fortalezas; lo importante no es ser rápido o lento sino valorar el esfuerzo propio y apoyar a quienes nos rodean en todo momento.

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