Tita y los guardianes del mar



Había una vez, en las hermosas Islas Canarias, una tortuga llamada Tita. Ella vivía feliz y tranquila en las aguas cristalinas del océano Atlántico. Pero un día, algo terrible sucedió: la contaminación llegó a sus hogares submarinos.

La basura y los desechos humanos se acumulaban cada vez más en el mar, poniendo en peligro la vida de Tita y sus amigos.

Las algas estaban llenas de plástico, los peces se confundían con bolsas flotantes y el agua estaba cada vez más sucia. Un grupo de niños canarios, preocupados por la situación, decidió hacer algo al respecto. Se reunieron en la playa para planear cómo podrían ayudar a salvar a Tita y a los demás animales marinos.

-¡Chicos! -exclamó Martín-, tenemos que encontrar una forma de limpiar el mar y proteger a nuestras amigas tortugas. -¡Tienes razón! -dijo Sofía-, si no hacemos algo pronto, todos los animales estarán en peligro. Juntos, idearon un plan ingenioso.

Decidieron organizar una campaña de limpieza en toda la isla para reagarrar la basura que había sido arrojada al mar. Además, querían concientizar a las personas sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.

Los niños comenzaron su trabajo temprano por la mañana. Armados con guantes y bolsas grandes, se adentraron en el agua para recolectar todo lo que encontraran: botellas vacías, latas oxidadas e incluso juguetes rotos.

Mientras tanto, Tita nadaba cerca de la orilla, observando a los niños con curiosidad. Se dio cuenta de que estaban haciendo algo bueno y decidió unirse a ellos. -¡Hola chicos! -dijo Tita-.

¿Puedo ayudar? Los niños se sorprendieron al escuchar hablar a la tortuga, pero rápidamente le dieron la bienvenida. -¡Claro que sí, Tita! -exclamó Lucas-, tu ayuda será muy valiosa. Juntos, trabajaron durante horas para limpiar el mar. A medida que recogían la basura, notaron cómo el agua se volvía más clara y limpia nuevamente.

Los peces comenzaron a nadar felices entre las algas y las tortugas marinas regresaron a sus hogares seguras. La campaña de limpieza fue un éxito total. Muchas personas se unieron al esfuerzo y comprendieron la importancia de cuidar el océano.

Las autoridades también tomaron medidas para evitar que más basura llegara al mar. Tita se convirtió en una heroína local y su historia inspiró a muchos otros niños y adultos a proteger el medio ambiente.

Todos aprendieron que cada pequeña acción cuenta cuando se trata de cuidar nuestro planeta. Desde aquel día, las aguas cristalinas de las Islas Canarias volvieron a ser el hogar seguro y feliz para Tita y todos los animales marinos.

Y cada vez que alguien veía una bolsa flotante o un trozo de plástico en el mar, recordaban la historia de Tita y sabían qué hacer: ¡nunca dejarlo allí! Y así, gracias al esfuerzo conjunto de los niños canarios, Tita y sus amigos pudieron vivir en un océano limpio y saludable para siempre.

FIN.

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