Titi y la lechosa encantada



Había una vez un pequeño monito llamado Titi, que vivía en lo más profundo del bosque. Titi era muy especial porque tenía una intolerancia a la lechosa, una fruta muy común en su hogar.

Cada vez que comía lechosa, su estómago se ponía muy mal y le daban muchas ganas de vomitar. Un día soleado, mientras jugaba entre los árboles, Titi escuchó un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano.

Curioso como siempre, decidió acercarse para ver qué era lo que pasaba. Al llegar al arbusto, encontró una hermosa lechosa brillante y apetitosa. Titi se quedó mirando la fruta con deseo pero también con temor. Sabía perfectamente cómo reaccionaría si se atreviera a comerla.

Sin embargo, algo dentro de él despertó su curiosidad y decidió tomarla con mucho cuidado.

Justo cuando Titi estaba por darle un mordisco a la lechosa prohibida para él, escuchó una voz dulce y melodiosa que salió del arbusto: "¡Espera! No me comas". Sorprendido y confundido, el pequeño monito levantó la cabeza y vio a la Lechosa hablándole. "¿Eres realmente tú quien está hablando?"- preguntó Titi asombrado. "¡Sí! Soy yo" - respondió la Lechosa -.

"He oído hablar de tu intolerancia hacia mí y quiero demostrarte que no soy tan mala como crees". Titi no podía creer lo que estaba pasando. Una lechosa que hablaba y quería convencerlo de que no era dañina para él.

Sin embargo, su curiosidad era más fuerte y decidió escuchar lo que tenía que decirle. La Lechosa comenzó a contarle historias de otras frutas y vegetales del bosque, todos ellos diferentes pero igualmente valiosos.

Les explicó cómo cada uno tenía un sabor único y especial, así como también beneficios saludables para el cuerpo.

"Titi, entiendo que me hagas daño cuando me comes, pero eso no significa que debas tener miedo o rechazar todo lo diferente a ti", dijo la Lechosa con ternura en su voz. "El mundo está lleno de diversidad y aprender a aceptarla nos hace crecer como seres humanos". Titi reflexionó sobre las palabras de la Lechosa.

Comenzó a darse cuenta de cuántas cosas se estaba perdiendo por su intolerancia. Se dio cuenta de que había muchos otros alimentos deliciosos y saludables que podía disfrutar sin problemas.

Decidido a cambiar su actitud, Titi dejó la lechosa en el arbusto y se despidió amigablemente antes de continuar explorando el bosque en busca de nuevas experiencias culinarias. Desde ese día, Titi aprendió a probar nuevos alimentos con precaución y descubrió una gran variedad de sabores maravillosos.

También hizo nuevos amigos entre las frutas y los vegetales del bosque, quienes le enseñaron muchas cosas interesantes sobre sí mismos. Y así fue como Titi superó su intolerancia hacia la lechosa y abrazó la diversidad alimentaria del bosque.

A partir de ese momento, vivió feliz y saludable, siempre dispuesto a probar nuevas experiencias culinarias y a aceptar lo diferente con una mente abierta.

FIN.

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