Tito aprende a comer sano
Había una vez un gato llamado Tito que vivía en una casa muy grande con su familia humana. Tito era un gato muy glotón, siempre estaba buscando comida y comiendo todo lo que encontraba.
Un día, mientras la familia estaba en la cocina preparando el desayuno, Tito se acercó a la mesa y comenzó a maullar implorando por algo de comida. Los dueños del gato le dieron un poco de leche y unas migas de pan para calmarlo.
Pero esto no fue suficiente para Tito.
Mientras los humanos estaban distraídos hablando entre ellos, el gato saltó sobre la mesa y comenzó a comer todo lo que había allí: huevos revueltos, tostadas con mermelada, queso rallado y hasta las sobras del día anterior. Tito comió tanto que su barriga se hinchó como un globo. Comenzó a sentirse mal y no podía moverse del lugar donde estaba tendido en el suelo.
La familia se dio cuenta rápidamente de lo que había pasado al ver al pobre animal tan enfermo. Llamaron al veterinario quien dijo que Tito tenía una indigestión debido a haber comido demasiada comida. "¡Oh no! ¿Qué podemos hacer?"- preguntaron los dueños preocupados.
"Lo mejor es dejarlo descansar por unos días sin darle nada más de comer"- respondió el veterinario. Los días pasaron y poco a poco Tito volvió a sentirse mejor gracias al cuidado amoroso de su familia humana.
Pero aprendió una importante lección: no debía ser tan glotón e intentaría controlarse en cuanto a la cantidad de comida que comía. Desde ese día, Tito comenzó a comer porciones más pequeñas y agradeció a su familia por ayudarlo a recuperarse.
También se dio cuenta de que no necesitaba comer en exceso para sentirse feliz y sano. Y así, Tito vivió muchos años más como un gato feliz y saludable gracias a haber aprendido de sus errores.
FIN.