Tito, el burrito que habla


Había una vez un burro llamado Tito que vivía en una casa abandonada en la pequeña ciudad de San Miguel, Argentina. Tito era un burrito muy especial, pues tenía la habilidad de hablar con los humanos y otros animales.

Un día, el dueño de la casa decidió venderla a un contratista llamado Juan. Pero cuando Juan llegó para inspeccionar la propiedad, se encontró con Tito y quedó sorprendido al escucharlo hablar.

"¡Hola! Soy Tito, el burrito", dijo el animal con una sonrisa en su rostro. Juan no podía creer lo que estaba pasando. Nunca había conocido a ningún animal que pudiera hablar como los humanos.

Pero después de conversar un rato con Tito, se dio cuenta de que era un burro muy sabio e inteligente. "Tito, ¿qué haces aquí?", preguntó Juan curioso. "Vivo aquí desde hace años. Me gusta esta casa porque es tranquila y segura", respondió Tito.

Juan comenzó a pensar en cómo podría comprar la propiedad sin tener que desalojar al pobre burrito. Entonces decidió buscar ayuda del paraguayo más cercano: Don Ramón. Don Ramón era famoso por ser un hombre muy astuto y respetado en toda la ciudad.

Cuando Juan le explicó su situación, Don Ramón le ofreció una solución ingeniosa:"Juan, si quieres comprar esta casa sin desalojar a Tito, debes construirle una habitación especial para él dentro de la propiedad".

Juan estaba emocionado con esa idea y comenzó a trabajar inmediatamente para construir una hermosa habitación acogedora para su nuevo amigo. Cuando Tito vio la nueva habitación, se sintió muy feliz y agradecido con Juan.

A partir de ese momento, viviría en su hogar de siempre pero con una comodidad extra. "Juan, eres un buen amigo y estoy muy contento de que hayas pensado en mí", dijo Tito emocionado.

Desde entonces, Juan visitaba regularmente a Tito para conversar sobre la vida y aprender más sobre el mundo animal. Y Don Ramón se convirtió en un héroe local por haber ayudado a resolver esa situación sin tener que desalojar al burrito.

La moraleja de esta historia es que siempre debemos pensar en los demás y buscar soluciones creativas para resolver problemas difíciles. Y nunca juzguemos a alguien por su apariencia o condición, pues todos tenemos algo especial dentro de nosotros como el caso del burro parlante.

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