Tito, el gato que habla


Sofía se quedó paralizada. ¿Había escuchado bien? ¿Su gato había hablado? Miró a su alrededor, buscando alguna explicación lógica para lo que acababa de suceder. Pero no encontró ninguna.

Solo estaba ella y su gato, Tito, que la miraba fijamente con sus ojos verdes. "¿Me estás hablando a mí?" -preguntó Sofia en voz baja. "¡Claro que sí!" -respondió Tito con una sonrisa-. "Llevo mucho tiempo queriendo hablar contigo, pero nunca me has entendido".

Sofia no podía creerlo. Había tenido muchos gatos en su vida, pero ninguno había hablado antes. Se acercó a Tito con cautela y lo examinó detenidamente.

Parecía un gato normal y corriente, pero ahora sabía que era mucho más que eso. "¿Cómo es posible que puedas hablar?" -preguntó Sofia. Tito se encogió de hombros"No lo sé exactamente" dijo él"Solo sé que siempre he sido capaz de hacerlo. "Sofia no sabía qué hacer.

Por un lado, estaba emocionada de tener un amigo tan especial como Tito; por otro lado, tenía miedo de lo que la gente pensaría si supieran que su gato podía hablar.

"¿Por qué nunca me dijiste antes que podías hablar?" -preguntó Sofia con curiosidad. —"Bueno" , respondió Tito encogiéndose de hombros nuevamente"Supongo que nunca encontraste el momento adecuado para preguntar". La conversación entre Sofia y Tito continuó durante un rato más, hasta que finalmente ella tuvo que irse al trabajo.

Mientras caminaba hacia la puerta, se detuvo y se dio la vuelta para mirar a Tito. "¿Quieres venir conmigo?" -preguntó ella. Tito asintió con entusiasmo"¡Por supuesto! Me encantaría ver dónde trabajas".

Sofia sonrió y abrió la puerta para dejar salir a Tito. Juntos, comenzaron su aventura diaria para llegar al trabajo de Sofia.

Al principio, fue difícil mantener a Tito escondido de los demás empleados, pero después de un tiempo, todos aprendieron a amarlo tanto como Sofia lo hacía. Con el tiempo, las habilidades lingüísticas de Tito mejoraron aún más y se convirtió en una parte valiosa del equipo de trabajo de Sofia. Aprendió a hacer tareas básicas como ordenar papeles y responder llamadas telefónicas.

Pero lo más importante fue el vínculo especial que se formó entre Sofia y su gato parlante. Ella aprendió mucho sobre él: sus gustos, disgustos e incluso sus miedos más profundos.

Y aunque todavía había momentos en los que se sorprendía al escucharlo hablar, nunca dejó de sentirse agradecida por tener un amigo tan especial en su vida.

La historia nos enseña que no debemos subestimar las habilidades o capacidades especiales de otros seres vivos sólo porque no podemos entenderlos completamente. Todos merecemos respeto y amor sin importar nuestra forma física o mental; además siempre hay una oportunidad para encontrar nuevos amigos inesperados en cualquier lugar donde estemos dispuestos a buscar.

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