Tito, el héroe protector


Había una vez un gato llamado Tito que vivía en una pequeña casa junto a su dueño, Don Juan. Tito era un gato muy especial, ya que le encantaba cazar ratones en la cocina de la casa.

Todos los días se despertaba temprano y se dirigía directamente a la cocina para comenzar su búsqueda. Un día, mientras cazaba ratones en la cocina, Tito escuchó un ruido extraño proveniente del armario.

Se acercó sigilosamente y abrió la puerta para descubrir a un pequeño ratón atrapado entre las bolsas de harina y azúcar. "¡No te preocupes, pequeño amigo! ¡Te sacaré de aquí!"- dijo Tito con voz amigable.

El ratón estaba asustado al principio, pero después de ver que el gato no quería lastimarlo, comenzó a confiar en él. Juntos trabajaron para liberar al ratón del armario y lo llevaron afuera para dejarlo libre.

A partir de ese día, Tito decidió cambiar su manera de pensar sobre los ratones. En lugar de tratarlos como presas, comenzó a verlos como amigos y decidió protegerlos en lugar de cazarlos.

Un día llegaron unos invitados inesperados a la casa: unos amigos del dueño que venían acompañados por sus hijos pequeños. Los niños estaban fascinados con Tito y querían jugar con él todo el tiempo. Tito disfrutaba mucho jugando con los niños cuando notó algo extraño: uno de los niños había dejado abierta la puerta trasera sin darse cuenta.

De repente varios ratones empezaron a entrar a la cocina, y Tito tuvo que actuar rápido para protegerlos. "¡Niños! ¡Cierren la puerta rápidamente! ¡Tenemos una emergencia!"- gritó Tito mientras intentaba ahuyentar a los ratones.

Los niños lo ayudaron a cerrar la puerta y juntos lograron alejar a los ratones de la casa. Los invitados se sorprendieron al ver cómo un gato podía ser tan amable con los ratones en lugar de cazarlos como era su costumbre.

Después de ese día, Tito se convirtió en un héroe para todos los habitantes de la casa. Los ratones dejaron de tener miedo del gato y comenzaron a visitarlo frecuentemente en busca de su ayuda y protección.

Tito aprendió que no siempre es necesario cazar o lastimar a otros para sentirse feliz y valioso. A veces, simplemente basta con ser amable y compasivo para ganarse el respeto y admiración de aquellos que nos rodean.

Y así, Tito vivió feliz por siempre junto a sus amigos más pequeños: los ratones de la cocina.

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