Tito, el loro risueño
El loro traviesoHabía una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un loro llamado Tito. Era el loro más travieso y juguetón que se pudiera imaginar.
Vivía en una hermosa jaula en la casa de Martina, una niña dulce y cariñosa. Un día soleado, mientras Martina estaba en la escuela, Tito decidió escaparse de su jaula para explorar el mundo exterior.
Voló por los árboles del vecindario y se posó en diferentes lugares, causando alboroto a su paso. En su travesura, Tito llegó a un parque donde había muchos niños jugando. Se acercó a ellos y comenzó a imitar sus risas y palabras.
Los niños quedaron sorprendidos al ver a un loro tan gracioso y divertido. Entre risas y juegos, los niños le dieron galletitas para que comiera. Pero Tito no podía estar quieto por mucho tiempo. Decidió volar hacia el centro del pueblo.
Allí encontró una plaza llena de gente disfrutando de la tarde. Se subió a las ramas de un árbol alto y empezó a imitar las voces de los transeúntes. La gente se detenía asombrada al escucharlo hablar como ellos.
Pero lo que Tito no sabía era que Martina estaba buscándolo desesperadamente por todo el pueblo. Había dejado pistas con comida para ayudarlo a encontrar el camino de regreso a casa. Cuando llegaron hasta la plaza, Martina vio cómo todos reían con las ocurrencias del loro travieso.
Sin embargo, también notó que algunas personas estaban asustadas por su comportamiento. Martina se acercó a Tito y le dijo con voz firme: "Tito, eres muy divertido, pero debes volver a casa.
La gente no entiende tus travesuras y podrías asustarlos". Tito miró a Martina con tristeza en sus ojos. No quería dejar de jugar y hacer reír a la gente, pero sabía que ella tenía razón. Asintió y volvió a su hombro sin poner resistencia.
Mientras caminaban de regreso a casa, Martina le explicó que había muchas maneras de hacer reír y divertir a las personas sin asustarlas.
Le enseñó sobre el respeto hacia los demás y cómo usar su talento para alegrarles el día. A partir de ese día, Tito se convirtió en el loro más amable y educado del vecindario. Aprendió nuevas palabras para impresionar a todos sin causar miedo ni alboroto.
Las personas quedaron encantadas con la transformación de Tito y lo aceptaron como uno más entre ellos. Incluso algunos niños comenzaron a visitarlo en casa de Martina para escuchar sus historias graciosas.
Desde entonces, Tito entendió que ser travieso no siempre era bueno si lastimaba o asustaba a otros. Aprendió la importancia de ser amable y respetuoso mientras disfrutaba haciendo reír al mundo.
Y así fue como el loro travieso encontró su lugar en el mundo, rodeado del amor y cariño de Martina y aquellos que apreciaban su don especial para alegrar los corazones con sus ocurrencias divertidas.
FIN.