Tito, el tiburón amable y su mejor amiga Estrellita


Había una vez un tiburón llamado Tito que era muy diferente a los demás tiburones. Mientras la mayoría de los tiburones eran agresivos y peligrosos, Tito era amable y bondadoso.

Él no quería hacer daño a nadie, pero todos los demás animales del océano se alejaban de él por miedo. Un día, mientras nadaba solitario en el mar, Tito decidió que quería tener amigos con quienes jugar y compartir aventuras.

Así que comenzó su búsqueda por todo el océano. - Hola, ¿quieres ser mi amigo? -preguntó Tito a un grupo de peces. - ¡No! Eres un tiburón, no podemos confiar en ti -respondieron asustados los peces antes de huir rápidamente.

Tito continuó buscando amigos por debajo del agua. Nadó hacia una familia de tortugas marinas y les preguntó si querían jugar con él.

- Lo siento mucho Tiburón, pero no podemos jugar contigo porque podrías lastimarnos sin querer -se disculpó la mamá tortuga antes de sumergirse en el agua junto con sus hijos. A medida que pasaban las horas, Tito se sentía cada vez más triste y solo. Pero entonces vio algo brillante moviéndose entre las algas: era una estrella de mar pequeña y hermosa.

- Hola Estrellita, ¿quieres ser mi amiga? -preguntó tímidamente el tiburón bueno. La estrella sonrió felizmente al ver lo simpático que era Tito y respondió:- Claro Tiburón bueno, me encantaría ser tu amiga.

A partir de ese momento, Tito y Estrellita se convirtieron en los mejores amigos. Juntos nadaban por el océano, jugaban a esconderse entre las plantas marinas y contaban historias bajo la luz de la luna.

Pero un día, mientras jugaban en una cueva submarina, Tito notó que algo extraño estaba pasando: unos pescados malvados estaban persiguiendo a su amiga Estrellita. - ¡No te preocupes! -gritó valientemente Tito-.

¡Yo te protegeré! Con su gran fuerza y coraje, Tito logró ahuyentar a los pescados malvados y salvar a su amada amiguita. Desde ese día, muchos otros animales del océano comenzaron a ver lo bueno que era Tito y empezaron a acercarse para hacerse amigos de él.

Pronto, el tiburón bueno tenía una pandilla completa con quienes compartir aventuras bajo el agua. Y así fue como Tito aprendió que nunca debía rendirse en la búsqueda de amigos verdaderos; siempre habría alguien dispuesto a aceptarlo tal como era.

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