Tito y el cazador del bosque


Había una vez un hermoso bosque lleno de árboles y vida. En ese bosque vivía una ardilla llamada Tito, quien era muy traviesa y curiosa.

Tito pasaba sus días saltando de árbol en árbol y recolectando nueces para guardarlas en su cueva. Un día, mientras Tito estaba buscando nueces, escuchó un ruido extraño proveniente de la parte más profunda del bosque. Curioso como siempre, decidió acercarse a investigar.

Al llegar al lugar del ruido, se encontró con un cazador que estaba atrapado en una red. - ¡Ayuda! ¡Por favor, ayuda! - gritaba el cazador desesperado. Tito rápidamente trepó por el árbol más cercano y cortó la red con sus afilados dientes.

El cazador quedó libre y le agradeció a la pequeña ardilla. - Muchas gracias, amiguito. Me has salvado la vida - dijo el cazador mientras se sacudía el polvo de su ropa. - No hay de qué - respondió Tito orgulloso -.

Pero ahora tienes que prometerme algo: nunca vuelvas a cazar en este bosque ni hacerle daño a ninguno de sus habitantes. El cazador reflexionó unos segundos y asintió con la cabeza. - Está bien, lo prometo.

A partir de hoy seré un cazador diferente y respetaré este maravilloso bosque. Agradecido por haberse encontrado con alguien tan generoso como Tito, el cazador decidió acompañarlo hasta su cueva para devolverle el favor.

Al llegar a la cueva, el cazador se sorprendió al ver la gran cantidad de nueces que Tito había recolectado. - ¡Increíble! Nunca había visto tantas nueces juntas en mi vida. ¿Puedo tomar algunas? Tito sonrió y asintió con entusiasmo. - Claro, puedes tomar las que quieras.

Pero prométeme algo más: a partir de ahora, serás un cazador pacífico y nunca más lastimarás a ningún animal. El cazador reflexionó una vez más y aceptó la propuesta de Tito.

A partir de ese día, el bosque fue un lugar en paz. El cazador cumplió su promesa y se convirtió en un defensor de la naturaleza.

Ayudaba a los animales heridos, plantaba árboles nuevos y educaba a otros cazadores sobre la importancia de respetar a los habitantes del bosque. Tito también aprendió una valiosa lección sobre la amistad y cómo un pequeño acto de bondad puede cambiar el mundo.

Desde entonces, él y el cazador se convirtieron en grandes amigos, explorando juntos el bosque y cuidando de todos sus habitantes. Y así, gracias al encuentro entre una ardilla curiosa y un cazador arrepentido, el bosque vivió feliz para siempre, lleno de árboles frondosos, animales juguetones y muchas nueces para todos.

Dirección del Cuentito copiada!