Tito y el salto valiente


Había una vez en el hermoso delta del Paraná, un pequeño cocodrilo llamado Tito. A diferencia de los demás cocodrilos, a Tito no le gustaba nada el agua.

Mientras sus amigos nadaban y se divertían en el río, él prefería trepar árboles y disfrutar de la vista desde lo alto. Un día, mientras exploraba su hogar entre los manglares, Tito se encontró con un grupo de monos jugando en las ramas.

Quedó maravillado al ver cómo saltaban y se balanceaban con tanta destreza. Desde ese momento, decidió que quería aprender a ser como ellos. Tito pasaba horas observando a los monos y practicando sus movimientos. Trepar árboles se convirtió en su mayor pasión.

Pero había un problema: cada vez que llegaba muy alto, tenía miedo de caerse. Un día soleado, mientras Tito intentaba subir a un enorme árbol cerca del río, escuchó una vocecita proveniente del agua.

Era Lucas, un simpático patito que también estaba aprendiendo a nadar. "¡Hola! ¿Qué haces ahí arriba?" -preguntó curioso Lucas. "¡Hola! Estoy intentando trepar este árbol tan grande" -respondió Tito. "Pero tú eres un cocodrilo... ¿no deberías estar nadando?" -dijo Lucas sorprendido.

Tito explicó que no le gustaba el agua y que prefería trepar árboles como los monos. Lucas sonrió y dijo:"Bueno amigo cocodrilo, cada uno tiene sus propias habilidades y gustos.

Pero recuerda, es importante enfrentar nuestros miedos para poder crecer y aprender cosas nuevas". Las palabras de Lucas resonaron en la cabeza de Tito. Decidió que era hora de superar su miedo al agua y aprender a nadar como los demás cocodrilos.

Con mucho esfuerzo y determinación, Tito comenzó a practicar en una pequeña laguna cerca de su hogar. Al principio fue difícil, pero poco a poco fue ganando confianza. Sus amigos cocodrilos lo animaban desde la orilla y le daban consejos.

Un día, mientras nadaba con destreza por el río, Tito se dio cuenta de algo maravilloso: podía combinar sus habilidades para trepar árboles con las del agua. Se convirtió en un cocodrilo único y especial.

Ahora Tito disfruta tanto trepando árboles como nadando en el río. Comparte sus aventuras con Lucas y juntos aprenden nuevas cosas cada día.

Y así, nuestro querido cocodrilo descubrió que no hay nada malo en tener gustos diferentes a los demás, pero también aprendió que enfrentar nuestros miedos puede abrirnos puertas hacia experiencias emocionantes e inolvidables. Desde aquel día, todos los animales del delta del Paraná admiran las increíbles habilidades acuáticas y arbóreas de Tito.

Y él les enseña que cada uno tiene su propio talento esperando ser descubierto.

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