Tito y el tesoro astuto
Había una vez un pequeño conejito llamado Tito que vivía en el bosque junto a su familia y amigos. Tito era muy curioso y siempre estaba buscando aventuras nuevas para descubrir.
Un día, mientras exploraba el bosque, Tito se encontró con un zorro malvado que intentó atraparlo. Aterrorizado, corrió lo más rápido que pudo pero el zorro lo seguía de cerca. De repente, Tito vio una cueva y decidió esconderse allí.
Pero la cueva estaba oscura y no podía ver nada. Entonces recordó que su abuela le había dado una linterna mágica que podía iluminar cualquier lugar oscuro. Tito sacó la linterna de su mochila y la encendió.
La cueva se llenó de luz brillante y pudo ver claramente todo lo que había alrededor. Al instante notó algo extraño: había un tesoro escondido detrás de unas rocas.
El conejito sabía que si salía ahora del escondite el zorro podría atraparlo fácilmente así que decidió esperar hasta que estuviera seguro de poder escapar sin ser visto. Mientras tanto, escuchaba al zorro afuera gruñendo impaciente por encontrarlo. Pero Tito tenía un plan: iba a usar los tesoros para engañar al zorro.
Cuando finalmente salió de la cueva, llevaba algunos objetos brillantes en sus manos como si fueran valiosas joyas recién encontradas. El zorro malvado no pudo resistirse ante la tentación del botín e inmediatamente olvidó su objetivo inicial: atrapar al conejito.
"¡Hola, zorro! ¿Te gustaría ayudarme a encontrar más tesoros en el bosque?", preguntó Tito con una sonrisa astuta. El zorro no podía creer su suerte y aceptó la oferta.
Juntos salieron a buscar más tesoros, pero Tito era muy inteligente y siempre encontraba maneras de mantener al zorro distraído mientras él se escapaba. Finalmente, cuando estuvieron lo suficientemente lejos del peligro, Tito dejó caer los objetos que había recogido y corrió hacia su casa en el bosque.
Desde ese día en adelante, Tito aprendió una valiosa lección: nunca subestimar su propia inteligencia y siempre estar preparado para cualquier situación inesperada.
Y aunque el zorro malvado seguía acechando por allí, Tito sabía que podía enfrentar cualquier desafío con confianza y astucia.
FIN.