Tito y la grandeza de la amistad


Había una vez en el bosque de Villa Asunción, un pequeño conejito llamado Tito que soñaba con ser el más rápido de todos los animales.

Todos los días practicaba corriendo entre los árboles y saltando sobre las rocas, pero siempre era superado por sus amigos el zorro, la liebre y la ardilla. Un día, mientras Tito estaba entrenando cerca del río, escuchó a lo lejos unos gritos de ayuda.

Se acercó corriendo y vio a una tortuga atrapada en un tronco que se estaba hundiendo en el agua. Sin dudarlo, Tito saltó al río y empujó con todas sus fuerzas el tronco hasta la orilla, salvando así a la tortuga.

- ¡Muchas gracias por salvarme! - dijo la tortuga emocionada. - No hay de qué, solo hice lo que cualquier amigo haría - respondió Tito sonriendo.

Esa misma noche, mientras todos los animales del bosque se preparaban para dormir, llegó el sabio búho Moisés volando desde lo alto de un árbol. El búho era conocido por su sabiduría y por resolver problemas entre los habitantes del bosque.

- Escuché sobre tu valentía hoy, Tito - dijo Moisés con voz grave -, pero recuerda que ser rápido no es lo único importante en esta vida. - ¿A qué te refieres? - preguntó Tito confundido. - La verdadera grandeza viene cuando usas tus habilidades para ayudar a otros sin esperar nada a cambio.

Eso se llama ley de asunción - explicó el búho sabio. Tito reflexionó sobre las palabras del búho Moisés esa noche y decidió cambiar su actitud hacia sus amigos.

Al día siguiente, cuando vio a la liebre cansada después de una larga carrera, decidió acompañarla hasta su madriguera sin importarle llegar tarde a su práctica diaria. Con el paso de los días, Tito demostraba cada vez más su solidaridad y generosidad hacia los demás animales del bosque.

Ayudaba a recolectar frutas para la ardilla, buscaba hierbas curativas para el zorro enfermo y siempre estaba dispuesto a escuchar las historias de la abuela lechuza.

Un mes después de su encuentro con el búho Moisés, todos los animales del bosque se reunieron para celebrar una gran fiesta en honor a Tito. Lo nombraron "El Corredor Solidario" y le regalaron una medalla hecha con ramas entrelazadas como símbolo de amistad y compañerismo.

Desde ese día en adelante, Tito entendió que ser veloz era genial, pero ser solidario y estar ahí para quienes lo necesitaban era mucho más valioso.

Y así vivió feliz junto a sus amigos en el hermoso bosque de Villa Asunción donde cada día aprendían juntos sobre la importancia de la ley de asunción: ayudarse mutuamente sin esperar recompensa alguna.

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