Toby y el valiente encuentro


Había una vez un perro salchicha llamado Toby, que vivía en Montevideo junto a su dueña, Sofía. A Toby le encantaba salir a pasear por la rambla todos los días y disfrutar del hermoso paisaje del mar.

Un día soleado, Sofía decidió llevar a Toby a dar su paseo diario. Caminaban tranquilamente por la rambla cuando de repente, un gato negro saltó de un arbusto asustando a Toby.

El pequeño perro salchicha comenzó a ladrar descontroladamente y correr en círculos sin saber qué hacer. El ruido y el alboroto que causaba Toby asustaron al resto de las personas que también estaban disfrutando de la rambla.

Todos empezaron a mirar con preocupación la escena y algunos incluso se alejaron para evitar cualquier problema. Sofía se dio cuenta rápidamente de lo que estaba sucediendo e intentó calmar a su mascota. Pero Toby estaba tan asustado que no podía controlarse.

En ese momento apareció Martín, un niño curioso que había estado observando desde lejos todo lo que ocurría. Martín era un niño muy astuto y siempre tenía ideas geniales para solucionar problemas.

Se acercó lentamente hacia donde estaba Sofía con Toby y le susurró algo al oído. "Hola, soy Martín ¿Puedo ayudarte?"- preguntó el niño amablemente. Sofía sintió alivio al verlo y respondió: "¡Claro! Estoy tratando de calmar a mi perro salchicha porque está muy asustado".

Martín sonrió y dijo: "No te preocupes, tengo una idea para ayudarte.

¿Qué tal si le enseñamos a Toby que los gatos no son peligrosos?"Sofía se sorprendió por la propuesta y preguntó: "¿Cómo lo haremos?"Martín sacó de su bolsillo un pequeño juguete en forma de ratón y lo movió frente a Toby. El perro salchicha, al verlo, comenzó a seguirlo con curiosidad. "¡Muy bien! Ahora vamos a caminar juntos hacia ese árbol donde hay un gato descansando"- dijo Martín emocionado.

Sofía siguió las indicaciones del niño y caminaron lentamente hacia el árbol donde estaba el gato. Toby aún estaba asustado, pero al ver que Martín estaba tranquilo, se sintió más seguro.

Cuando estuvieron cerca del árbol, el gato abrió los ojos y miró fijamente a Toby. Pero en lugar de correr asustado como siempre hacía, esta vez Toby se quedó quieto y solo movió la cola nerviosamente. El gato dio un salto elegante hacia el suelo y se acercó lentamente a Toby.

El perro salchicha temblaba un poco, pero no ladraba ni corría en círculos como antes. El gato se acercó aún más y empezaron a olfatearse mutuamente.

Para sorpresa de Sofía y Martín, Toby comenzó a mover la cola con alegría e incluso intentaba jugar con el gatito negro. Todos los que habían presenciado la escena quedaron maravillados ante semejante cambio en el comportamiento de Toby.

Sofía agradeció a Martín por su ayuda y se despidieron con una sonrisa. Desde ese día, Toby y Sofía siguieron paseando por la rambla con alegría.

Aprendieron que no debían temer a los gatos ni a otras cosas desconocidas, sino que siempre había algo nuevo y emocionante para descubrir en el mundo. Y así, gracias a un pequeño encuentro con un gato negro, Toby aprendió una valiosa lección: que superar nuestros miedos nos permite disfrutar de nuevas amistades y experiencias inolvidables.

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