Tocando el cielo



Había una vez un niño llamado Gabriel, que desde muy pequeño soñaba con volar. Cada vez que veía un avión en el cielo, su corazón latía más fuerte y sus ojos brillaban de emoción.

Un día, mientras paseaba por el campo con su abuelo, vio a unos hombres construyendo un planeador. Gabriel se acercó corriendo para verlo de cerca y preguntó: "¿Qué es eso?".

El hombre sonrió y le explicó que era un avión sin motor, que se mantenía en vuelo gracias al aire que lo sostenía. Gabriel quedó maravillado con la idea de poder volar como las aves sin necesidad de motores ruidosos.

Desde ese momento, Gabriel no dejó de pensar en cómo podría hacer para subirse a ese planeador y sentir la libertad de volar. Pero cada vez que intentaba acercarse al grupo de constructores, ellos lo rechazaban diciendo que era demasiado joven e inexperto para participar.

Pero Gabriel no se dio por vencido. Decidió aprender todo lo posible sobre los planeadores y comenzó a leer libros y revistas especializadas en aviación. También se hizo amigo del dueño del aeroclub local, quien le enseñaba todo lo relacionado con los vuelos.

Un día, después de mucho esfuerzo y dedicación, Gabriel logró convencer al grupo de constructores para dejarlo ayudarlos en la construcción del planeador. Con el tiempo aprendió todos los secretos del arte del vuelo sin motor.

Finalmente llegó el gran día: el primer vuelo del planeador estaba programado para esa tarde. Todos estaban emocionados pero también un poco nerviosos.

Gabriel estaba más que dispuesto a subirse al planeador, pero los constructores le dijeron que era demasiado peligroso para él. Gabriel se sintió muy triste y decepcionado, pero no se rindió. Decidió demostrarles que era capaz de volar en el planeador. Así que, cuando nadie lo veía, practicaba en secreto con una pequeña maqueta de planeador.

Un día, mientras volaba su maqueta cerca del aeródromo, el dueño del aeroclub lo vio y se acercó a él. "¿Qué estás haciendo?", preguntó curioso.

Gabriel explicó toda la historia y cómo había practicado en secreto para poder demostrarles que podía volar en el planeador. El dueño del aeroclub sonrió y dijo: "Eres un niño valiente e inteligente. Te daré la oportunidad de demostrar tus habilidades".

Y así fue como Gabriel logró convencerlos de dejarlo realizar su sueño de volar en el planeador. Subió al avión sin motor y despegó hacia el cielo azul.

Fue una experiencia increíble e inolvidable para Gabriel, quien nunca olvidaría ese día en el que logró cumplir su gran sueño de volar sin motor gracias a su perseverancia y dedicación. Desde entonces, Gabriel continuó aprendiendo sobre aviación y se convirtió en un piloto experimentado que inspiraba a muchos niños como él a perseguir sus sueños con pasión y determinación.

FIN.

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