Tocando la Gloria



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Lucas que desde muy chico tenía un gran amor por el fútbol.

Desde que aprendió a caminar, pateaba una pelota por todos lados y soñaba con convertirse en un famoso jugador. Pero lamentablemente, sus padres no compartían la misma pasión por el fútbol.

Su padre pensaba que era solo una pérdida de tiempo y dinero, mientras que su madre, María, lo alentaba y apoyaba incondicionalmente en su sueño. Un día, se anunció un torneo local para niños de su edad y Lucas estaba emocionado por participar.

Al contarle a sus padres sobre la oportunidad, su padre frunció el ceño y dijo: "No creo que sea buena idea". Pero María sonrió y le dijo: "Si es lo que te hace feliz, hijo mío, entonces ve tras tus sueños". Lucas se inscribió en el torneo con la ayuda de su madre.

Entrenaba todos los días después de la escuela y ella lo acompañaba siempre al campo de juego para alentarlo. A medida que avanzaba en el torneo, demostraba cada vez más su talento innato para el fútbol.

En la final del torneo, Lucas tuvo una actuación increíble. Anotó tres goles decisivos y llevó a su equipo a la victoria. La emoción invadió a María cuando vio a su hijo levantar el trofeo con orgullo.

Al llegar a casa esa noche, encontraron a su padre esperándolos con una sorpresa: había preparado una cena especial para celebrar el triunfo de Lucas. Con lágrimas en los ojos, le dijo: "Me equivoqué al no apoyarte antes, hijo. Estoy tan orgulloso de ti".

Desde ese día en adelante, tanto su madre como su padre apoyaron plenamente la pasión de Lucas por el fútbol.

Se convirtió en uno de los mejores jugadores juveniles del país gracias al amor inquebrantable de María y al cambio de corazón de su padre. Y así Lucas aprendió que nunca debía renunciar a sus sueños aunque otros no creyeran en él; porque cuando tienes pasión y determinación como él tenía ¡todo es posible!

FIN.

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