Todos Iguales, Todos Únicos



En un colorido jardín, donde las florecitas susurraban al viento y los pajaritos cantaban alegres, vivían cuatro amigos: Tomás, Valen, Lila y Lucas. Todos tenían la misma edad y compartían risas, juegos y aventuras.

Una soleada mañana, Tomás y Valen jugaban a la pelota.

- ¡Pasame la pelota, Tomás! - gritó Valen entusiasmado.

- ¡Aquí va! - respondió Tomás, lanzando la pelota con fuerza.

Lila y Lucas estaban cerca, pintando con colores brillantes.

- ¡Mirá mi pintura, Lucas! - dijo Lila, mostrando un hermoso arcoíris.

- ¡Es genial, Lila! - exclamó Lucas, admirando lo que su amiga había creado.

Todos los días eran así, llenos de juegos y risas. Pero un día, mientras un sol radiante iluminaba el jardín, se les ocurrió hacer algo especial: un juego de roles. Ellos querían descubrir que había detrás de las diferencias y similitudes entre ellos.

- ¡Vamos a hacer un concurso de disfraces! - propuso Valen con entusiasmo. Todos asintieron, emocionados.

Cada uno decidió vestirse como un superhéroe. Tomás quería ser “El Volador”, Valen eligió ser “El Corredor”, Lila pensó en “La Brillante” y Lucas decidió convertirse en “El Fuerte”. Cada uno empezó a buscar telas y colores en el armario de la abuela.

Mientras todos se preparaban, comenzaron a conversar sobre sus elecciones.

- ¿Por qué elegiste ser “El Volador”, Tomás? - preguntó Lila.

- Porque quiero sentirme libre, como los pájaros - respondió con una sonrisa.

- Y yo elegí ser “El Fuerte” porque me gusta ayudar a los demás - añadió Lucas con orgullo.

Cuando llegó el tiempo de mostrar sus disfraces, los cuatro amigos se reunieron en el centro del jardín ¡Estaban espectaculares! Cada uno brillaba con su propio estilo, pero de alguna manera parecían una gran familia de superhéroes.

- ¡Wow, todos están increíbles! - dijo Valen, maravillado.

- Sí, cada uno brilla a su manera - añadió Lila.

Sin embargo, en medio de la alegría, Valen se sintió un poco inseguro.

- Creo que mi disfraz no es tan impresionante como el de ustedes - murmuró.

Tomás, Lila y Lucas se dieron cuenta y, juntos, se acercaron a él.

- ¡No digas eso, Valen! - dijeron al unísono.

- Todos somos diferentes, y eso es lo que nos hace únicos. - explicó Lila.

- No hay ningún disfraz mejor o peor, todos son especiales - agregó Lucas.

- ¡Exacto! - dijo Tomás. - Este es un juego de superhéroes, y todos tenemos poderes únicos.

Valen sonrió y miró a sus amigos.

- ¿De verdad creen eso? - preguntó, un poco más animado.

- ¡Sí! Todos somos iguales y también diferentes, y eso es lo más divertido de ser amigos - respondieron sus amigos.

Decidieron hacer un gran baile de superhéroes. Juntos saltaron, giraron y rieron. El jardín se llenó de risas y colores. Mientras danzaban, Valen comprendió que cada uno tenía su propio brillo, y que eso era lo que realmente importaba.

Al final del día, mientras se sentaban a descansar, se dieron cuenta de que ser iguales no significaba ser lo mismo. Cada uno era especial a su forma, y eso los hacía aún más amigos.

- ¡Qué bueno que somos IGUALES Y ÚNICOS! - exclamo Valen con felicidad.

Y así, entre risas y juegos, los cuatro amigos aprendieron que la verdadera amistad se basa en respetar y celebrar las diferencias.

Desde ese día, cada vez que se vestían de superhéroes, recordaban que aunque son iguales en muchos sentidos, como compartir risas y sueños, cada uno tiene una chispa mágica que los hace únicos.

FIN.

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