Tokio, el gato aventurero
Había una vez un gato llamado Tokio, quien vivía en las afueras de la ciudad. Un día, cuando se despertó, se dio cuenta de que había agotado todas sus provisiones y no tenía nada que comer.
Sabía que debía cruzar la ciudad para encontrar comida, pero estaba asustado porque nunca había estado allí antes. Tokio decidió tomar su coraje y salir a buscar comida. Caminó por el bosque durante horas hasta que finalmente llegó a la ciudad.
Se sorprendió al ver tanta gente y tantos edificios altos. "¡Wow! Esto es muy diferente a mi hogar", pensó Tokio mientras caminaba por las calles llenas de gente.
Mientras caminaba por la ciudad, vio muchos lugares interesantes: tiendas de mascotas con juguetes y ropa para gatos, restaurantes donde servían pescado fresco y parques llenos de pájaros. Pero también se encontró con algunos obstáculos como perros callejeros y coches ruidosos que lo asustaron bastante.
A pesar de todo esto, siguió adelante en su búsqueda de comida. Finalmente llegó a un pequeño restaurante donde olía delicioso el pescado fresco.
Pero cuando entró en el lugar, descubrió algo terrible: ¡no tenía dinero!"¿Cómo voy a conseguir esta comida?", pensaba Tokio desesperadamente mientras miraba fijamente el plato vacío frente a él. De repente tuvo una idea brillante.
Recordando los trucos que solía hacer para conseguir alimentos en su hogar en las afueras de la ciudad, decidió utilizarlos aquí también. Empezó a actuar como un gato muy amigable y simpático, acercándose a las mesas para saludar a la gente. La gente se enamoró de él al instante y le dieron comida sin pensarlo dos veces.
"¡Miau! ¡Gracias por la comida!", dijo Tokio con una sonrisa en su rostro mientras se comía todo el pescado fresco. Lleno de alegría y energía, decidió explorar más lugares interesantes en la ciudad antes de regresar a casa.
Visitó tiendas de juguetes para gatos, parques llenos de pájaros y otros restaurantes donde también recibió comida gratis. Finalmente, cuando comenzaba el atardecer, decidió regresar a su hogar en las afueras de la ciudad.
Estaba cansado pero feliz por haber encontrado tanta aventura e incluso amigos nuevos durante su búsqueda de alimentos. "Nunca me había sentido tan vivo", pensó Tokio mientras caminaba hacia casa con una barriga llena y un corazón contento.
Desde ese día en adelante, Tokio aprendió que no hay nada que temer si tienes coraje y confianza en ti mismo. Aprendió que siempre habrá personas amables dispuestas a ayudarte si te muestras amigable y simpático con ellas.
Y sobre todo, aprendió que nunca debemos rendirnos ante los obstáculos que encontramos en nuestro camino hacia nuestros objetivos.
FIN.