Tom y la Mariposa Aventura



Había una vez un gato llamado Tom, un felino curioso y aventurero que disfrutaba de pasear por el campo todas las tardes. Un día soleado, mientras exploraba entre las flores, vio una hermosa mariposa de colores vibrantes que danzaba entre las plantas.

—¡Mirá qué linda mariposa! —exclamó Tom con emoción—. ¡Tengo que atraparla!

Con determinación, Tom decidió usar su red de atrapar mariposas que siempre llevaba en su mochila. Se arrastró sigilosamente hacia ella y, al ver que se posaba en una flor, se preparó para lanzar la red.

—¡Casi, casi la tengo! —se dijo a sí mismo, lleno de entusiasmo.

Pero justo cuando lanzó la red con fuerza, perdió el equilibrio y, ¡splash! , cayó al río cercano. El agua fresca lo rodeó y, al emerger, se dio cuenta de que no estaba solo. A su alrededor, muchas ranas estaban saltando y croando alegremente.

—¡Hola, gato! —saludó una rana de color verde brillante—. ¿Qué haces aquí?

—¡Hola! —respondió Tom, sacudiendo su pelaje mojado—. Intentaba atrapar a una mariposa y caí al agua.

Las ranas se llenaron de risas.

—La mariposa es libre como nosotros. ¡No hace falta atraparla! —dijo otra rana, esta vez de un tono marrón.

—¿Libre? —preguntó Tom, confundido—. Pero si la atrapo, puedo tenerla de amiga.

—Amigos no se atrapan, se hacen con el tiempo —explicó la rana. —Mirá, la mariposa vuela porque tiene la libertad de elegir dónde ir. Cuando la atrapas, le quitas esa libertad.

Tom pensó en esto mientras observaba a la mariposa que, a lo lejos, seguía volando entre las flores.

—¡Es cierto! —exclamó—. No quiero perderla por ser egoísta. Además, ¡me gustaría conocerla!

Las ranas animaron a Tom a salir del agua y formaron un plan.

—¡Vamos a hacer un juego! —propuso la rana marrón—. Tú nos enseñarás a atrapar mariposas y nosotros te enseñaremos a hacer saltos como los nuestros.

—¡Me encanta la idea! —respondió Tom emocionado—. Pero primero, necesito sacarme el agua de encima.

Después de un rato de jugar y saltar con las ranas, Tom se sintió más ligero y feliz. Juntos, se dispusieron a atraer a la mariposa usando flores de colores vibrantes que habían recolectado.

—¡Mirá! —gritó una de las ranas, señalando a la mariposa que se acercaba—. ¡La atraímos!

Pero en vez de atraparla, Tom decidió dejarla volar libre mientras, a su vez, hacía un hermoso salto en el aire.

—¡Mirá cómo salto! —dijo Tom, concentrado en coordinar sus movimientos—. ¡Así me siento feliz!

La mariposa lo miró con curiosidad y, después de un momento, se posó suavemente en la nariz del gato.

—Gracias por dejarme volar —le susurró la mariposa antes de alzar el vuelo nuevamente—. Ese es el secreto de la amistad: dar espacio y volar juntos.

Tom sintió una calidez en su corazón. Había aprendido que la verdadera amistad no se trata de atrapar o poseer, sino de compartir momentos juntos.

—¡Gracias, ranas! —dijo Tom, lleno de gratitud—. Aprendí que la libertad es fundamental. Ahora sé apreciar la belleza de la naturaleza sin querer poseerla.

Tom regresó a casa esa tarde con una sonrisa en su rostro y una lección aprendida: a veces, es mejor dejar ir para disfrutar del momento y formar amistades auténticas.

Y así, Tom siguió visitando el campo, no para atrapar mariposas, sino para disfrutar de sus colores, conocer nuevos amigos y vivir aventuras en la naturaleza.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!