Tom y la melodía perdida
Había una vez en la selva un pequeño elefante llamado Tom, a quien le encantaba que su día fuera siempre igual. Se levantaba temprano con el primer rayo de sol y comenzaba a tocar una melodía con su violín.
Para él, la música era la mejor forma de comunicarse con los demás animales del bosque. Un día, mientras paseaba por el río tocando su violín, escuchó un sonido diferente proveniente del interior del bosque.
Intrigado, decidió seguirlo para descubrir de dónde venía. Al adentrarse en la densa vegetación, se encontró con una familia de monos que estaban perdidos y asustados. "¡Hola! Soy Tom, ¿puedo ayudarlos en algo?" -preguntó amablemente el elefantito.
Los monos le contaron que se habían separado del resto de su grupo y no sabían cómo regresar a casa. Tom, aunque al principio se sintió nervioso por salir de su rutina diaria, decidió ayudarlos sin dudarlo.
"No se preocupen, los guiaré de vuelta al árbol donde viven", les dijo con una sonrisa reconfortante. Durante el camino, los monos le contaron historias sobre sus aventuras en la selva y le enseñaron nuevos sonidos y bailes.
Tom estaba fascinado por todo lo que aprendía y experimentaba junto a sus nuevos amigos. Finalmente, llegaron al árbol donde vivían los monos y todos le dieron las gracias a Tom por haberlos ayudado.
El pequeño elefante se despidió con tristeza pero también con alegría en su corazón por haber conocido algo nuevo y emocionante fuera de su rutina habitual.
A partir de ese día, Tom comprendió que lo desconocido no era necesariamente algo hostil; podía ser una oportunidad para aprender cosas nuevas y hacer amigos increíbles. Y así, cada mañana seguía tocando su violín al amanecer, pero ahora lo hacía con la certeza de que cada día podía traerle sorpresas maravillosas si estaba dispuesto a abrirse al mundo exterior.
Y colorín colorado este cuento ha terminado, pero la aventura de Tom apenas comenzaba...
FIN.