Tom y Lola en la selva encantada


Había una vez en la selva un pequeño elefante llamado Tom. A Tom le encantaba que su día fuera siempre igual, siguiendo la misma rutina y sin enfrentarse a lo desconocido.

Para él, cualquier cambio o sorpresa era motivo de preocupación y miedo, ya que consideraba que el mundo exterior era un lugar hostil y peligroso. Cada mañana, al despertar, Tom tomaba su violín y comenzaba a tocar una hermosa melodía.

Para él, la música era la mejor forma de comunicarse con los demás animales de la selva. Su melodía transmitía alegría y paz a todos los que la escuchaban, creando un ambiente cálido y acogedor en medio de la naturaleza.

Un día, mientras paseaba por el bosque después de tocar su violín, Tom se encontró con un pájaro cantor muy especial llamado Lola. Lola tenía unas plumas de colores brillantes y una voz melodiosa que hacía vibrar el aire con cada trino.

- ¡Hola Tom! ¿Por qué siempre tocas tu violín al amanecer? -preguntó curiosa Lola. - Hola Lola. Toco mi violín todas las mañanas porque es mi forma favorita de empezar el día -respondió Tom tímidamente.

- ¡Qué maravilloso! Yo canto todas las mañanas para darle la bienvenida al sol. ¿Te gustaría venir conmigo a conocer otros lugares de la selva? Seguro te encantará descubrir nuevas cosas -propuso Lola emocionada.

Tom dudó por un momento, sintiendo ese miedo familiar ante lo desconocido. Pero luego recordó las palabras de su madre: "Solo al salir de tu zona de confort podrás crecer y descubrir todo lo maravilloso que hay más allá".

Con valentía, decidió aceptar la invitación de Lola y juntos emprendieron un viaje por la selva. Durante su recorrido, Tom descubrió paisajes increíbles, con ríos cristalinos, árboles gigantes y animales exóticos.

Se dio cuenta de que el mundo no era tan hostil como pensaba; al contrario, estaba lleno de belleza y sorpresas esperando ser exploradas. - ¡Lola! Gracias por mostrarme todo esto. Me di cuenta de que enfrentar mis miedos me ha permitido vivir experiencias increíbles -dijo Tom emocionado. - De nada Tom.

Recuerda que cada nuevo día es una oportunidad para aprender algo nuevo y crecer como persona -respondió sabiamente Lola.

Desde ese día en adelante, Tom dejó atrás su temor al cambio y se convirtió en un elefante aventurero dispuesto a explorar el mundo con alegría y valentía. Y cada mañana seguía tocando su violín al amanecer para recordarse a sí mismo que lo desconocido puede ser simplemente una nueva oportunidad para crecer y disfrutar de nuevas experiencias enriquecedoras.

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