Tomás and the Alien Adventure
Había una vez un bebé llamado Tomás que vivía en la ciudad de Buenos Aires. A sus cortos meses de edad, Tomás era un bebé muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, su mamá lo llevó al cine a ver una película para niños. Mientras esperaban en la fila para entrar a la sala, Tomás miraba a su alrededor con asombro.
De repente, vio algo extraño en el cielo: ¡era un platillo volador! El platillo se acercó cada vez más hasta que finalmente aterrizó justo detrás del cine. Sin pensarlo dos veces, Tomás gateó rápidamente hacia el lugar donde había caído el platillo volador.
Y allí, entre los arbustos, encontró a un pequeño extraterrestre verde con grandes ojos brillantes. - ¡Hola! -exclamó emocionado Tomás-. ¿Quién eres? El extraterrestre parecía asustado al principio, pero pronto se dio cuenta de que Tomás no era una amenaza.
- Soy Zog, un alienígena de otro planeta -respondió Zog tímidamente-. Me perdí mientras exploraba la Tierra y ahora no sé cómo volver a casa. Tomás sabía que tenía que ayudar a su nuevo amigo y decidió llevarlo dentro del cine.
Juntos se escondieron entre las sillas vacías y observaron cómo comenzaba la película. Mientras veían la pantalla gigante llena de colores y sonidos emocionantes, Tomás tuvo una idea brillante. - ¡Zog! -susurró emocionado-.
Creo que si mostramos tu imagen en la pantalla grande del cine, alguien podrá ayudarnos a encontrar la forma de llevarte de regreso a casa. Zog asintió emocionado y juntos se acercaron sigilosamente al proyector.
Tomás, con su pequeña mano, logró encender el proyector y mostrar la imagen del alienígena en la pantalla. La gente en el cine quedó asombrada al ver a Zog en la pantalla. Al principio hubo un poco de miedo, pero luego todos se dieron cuenta de que solo era un niño pequeño y amigable.
La noticia sobre el extraterrestre perdido se extendió rápidamente por toda la ciudad. Muchas personas comenzaron a ofrecer ayuda para enviar a Zog de vuelta a su hogar. Finalmente, un científico llamado Dr.
Martínez descubrió cómo reparar el platillo volador de Zog y lo preparó para partir hacia su planeta natal. El día en que Zog tuvo que irse llegó muy rápido.
Tomás estaba triste porque iba a extrañar mucho a su amigo extraterrestre, pero sabía que era lo mejor para él. - Gracias por todo, Tomás -dijo Zog mientras abrazaba al bebé-. Nunca olvidaré nuestra aventura juntos. Eres un verdadero amigo.
Tomás sonrió y le dio un beso de despedida a Zog antes de subir al platillo volador y despegar hacia las estrellas.
Aunque fue una experiencia breve, Tomás aprendió muchas cosas importantes: la importancia de ayudar a los demás, incluso si son diferentes; que nunca es demasiado temprano para hacer amigos extraordinarios; y sobre todo, que siempre hay una manera de encontrar soluciones a los problemas, incluso cuando parecen imposibles. Desde aquel día en el cine, Tomás nunca dejó de buscar nuevas aventuras y siempre recordó la amistad que tuvo con Zog.
Y aunque no volvió a verlo, sabía que algún día se reunirían nuevamente en alguna otra parte del universo.
FIN.