Tomás and the Enchanted Art Room
Había una vez un niño llamado Tomás que era muy curioso y siempre estaba explorando nuevos lugares. Un día, mientras jugaba en el patio de la escuela, decidió aventurarse más allá de los límites permitidos.
Tomás caminó por los pasillos de la escuela, emocionado por descubrir qué había detrás de cada puerta. Pero a medida que avanzaba, se dio cuenta de que no reconocía los lugares por donde pasaba. Se había perdido.
El corazón de Tomás empezó a latir rápidamente y comenzó a sentirse asustado. Intentó recordar el camino para volver al patio, pero todo parecía igual y confuso. Fue entonces cuando vio a una maestra pasar por el pasillo.
—"Disculpe" , dijo Tomás tímidamente, "me he perdido". La maestra sonrió amablemente y le preguntó cómo se llamaba. "Soy Tomás", respondió él con voz temblorosa. La maestra le explicó que lo ayudaría a encontrar su camino de regreso al patio.
Juntos comenzaron a recorrer los pasillos, deteniéndose en cada puerta para ver si ahí estaban las pistas hacia la salida. Después de varios intentos fallidos, llegaron frente a una puerta grande y misteriosa.
Sin pensarlo dos veces, Tomás abrió la puerta y encontraron un salón lleno de libros y dibujos coloridos. "¡Es nuestro salón de arte!", exclamó la maestra sorprendida. Tomás sonrió al darse cuenta de que había encontrado algo especial en su travesía perdida.
La maestra le mostró cómo hacer un dibujo y juntos crearon una hermosa obra de arte. Fue un momento mágico. Después de disfrutar del tiempo en el salón de arte, la maestra y Tomás siguieron explorando los pasillos hasta que finalmente encontraron la salida.
El patio estaba lleno de niños jugando y Tomás se sintió aliviado al verlo. La maestra lo acompañó hasta su grupo, donde todos estaban preocupados por su desaparición.
Tomás les contó sobre su aventura perdida y cómo había encontrado el salón de arte. Los niños estaban fascinados con su historia y le pidieron que les enseñara a dibujar como él había aprendido en ese lugar especial.
Así, Tomás descubrió que sus travesuras podían llevarlo a lugares maravillosos y compartir sus experiencias con los demás. Desde aquel día, Tomás siempre fue cuidadoso para no perderse nuevamente en la escuela, pero nunca dejó de explorar nuevos rincones y aprender cosas nuevas.
Y cada vez que alguien se sentía perdido o confundido, él estaba allí para mostrarles el camino y recordarles que siempre hay algo especial esperándolos más allá de las puertas desconocidas.
FIN.