Tomás and the Stellar Savior



Había una vez un niño llamado Tomás que siempre soñaba con ser astronauta. Desde que era muy pequeño, miraba las estrellas y se imaginaba volando entre ellas en su propia nave espacial.

Su habitación estaba llena de posters de cohetes y planetas, y pasaba horas leyendo libros sobre el espacio. Un día, mientras paseaba por el parque, Tomás encontró un extraño objeto metálico brillante en el suelo. Al acercarse, vio que era un pequeño cohete espacial.

Sin pensarlo dos veces, subió a bordo y antes de darse cuenta, ¡el cohete despegó hacia el espacio! Tomás estaba emocionado pero también asustado. Nunca había volado tan alto antes.

Mientras sobrevolaba la Tierra, comenzó a ver cosas increíbles: galaxias lejanas, estrellas fugaces y planetas desconocidos. De repente, una luz brillante apareció frente a él y lo envolvió por completo. Cuando la luz desapareció, Tomás se dio cuenta de que había llegado a otro planeta.

Era colorido y lleno de criaturas extraterrestres amigables. Una de las criaturas se acercó a él y dijo: "Bienvenido a nuestro planeta".

Resulta que habían estado esperando por mucho tiempo la llegada de un niño astronauta para ayudarlos con un problema especial. "¿Qué puedo hacer yo?", preguntó Tomás curioso. "Nuestro sol está perdiendo su brillo", explicaron las criaturas extraterrestres preocupadas. "Si no encontramos una solución pronto, todo nuestro planeta quedará sumido en la oscuridad".

Tomás sabía que tenía que hacer algo. Recordó haber leído en uno de sus libros sobre cómo las estrellas se formaban a partir de gases y polvo cósmico.

Entonces, decidió reagarrar todos los materiales necesarios para crear una nueva fuente de energía para el sol. Con la ayuda de las criaturas extraterrestres, Tomás recolectó todo lo que necesitaba: gas, polvo y luz solar. Juntos construyeron una enorme máquina capaz de fusionar estos elementos y crear una estrella artificial.

Una vez terminada la máquina, Tomás la activó y maravillosamente, el sol comenzó a brillar más intensamente que nunca antes. El planeta se llenó nuevamente de luz y alegría.

Las criaturas extraterrestres celebraron con alegría y agradecieron a Tomás por su valentía y determinación. "Gracias al niño astronauta, nuestro hogar está salvado", exclamaron emocionados. Después de despedirse con tristeza pero orgulloso del trabajo realizado, Tomás volvió a su cohete espacial para regresar a casa.

Mientras volaba hacia la Tierra, pensaba en todas las aventuras vividas y en lo feliz que estaba al poder ayudar a otros seres vivos. Finalmente, el cohete aterrizó suavemente en el parque donde había encontrado el objeto metálico brillante.

Cuando bajó del cohete, vio que todas las personas del parque estaban allí esperándolo con aplausos y sonrisas. "-¡Eres un verdadero héroe!", dijo un niño emocionado mientras le daba un abrazo.

Tomás sonrió y se dio cuenta de que, aunque era solo un niño, había demostrado que cualquiera puede hacer cosas increíbles si cree en sí mismo y está dispuesto a ayudar a los demás. Desde ese día, Tomás siguió soñando con el espacio y trabajando duro para convertirse en un astronauta de verdad.

Y aunque nunca supo cómo llegó aquel cohete al parque, siempre estuvo agradecido por la aventura que le permitió descubrir su verdadero propósito en la vida: explorar el universo y ayudar a quienes lo necesiten.

FIN.

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