Tomás and the Time Traveling Watch
Había una vez un niño llamado Tomás, a quien le apasionaban los dinosaurios. Pasaba horas leyendo libros sobre ellos, mirando documentales y soñando con viajar al pasado para poder verlos en persona.
Un día, mientras exploraba el ático de su casa, encontró un extraño reloj antiguo. Tenía símbolos misteriosos grabados en él y parecía estar en perfecto estado de funcionamiento. Sin pensarlo dos veces, Tomás decidió ponerse el reloj en la muñeca y darle cuerda.
De repente, una luz brillante lo envolvió y cuando se desvaneció, Tomás se dio cuenta de que había viajado atrás en el tiempo. Estaba rodeado por un paisaje lleno de helechos gigantes y enormes árboles prehistóricos.
Tomás no podía creer lo que veían sus ojos: ¡estaba rodeado de dinosaurios! Había triceratops pastando cerca de él y pterodáctilos volando por encima. Pero lo más emocionante fue cuando vio a un enorme tiranosaurio rex caminando lentamente hacia él.
Tomás estaba asombrado pero también asustado. El T-Rex era mucho más grande de lo que imaginaba y sus rugidos resonaban en todo el valle. Sin embargo, recordó toda la información que había aprendido sobre estos fascinantes animales e intentó mantener la calma.
—"Tranquilo" , susurró Tomás tratando de controlar su respiración. "Soy solo un visitante del futuro". El tiranosaurio rex levantó la cabeza y miró curiosamente a Tomás. Parecía interesado en este extraño ser humano que había aparecido de la nada.
"Hola, amigo dinosaurio", dijo Tomás con voz temblorosa. "Me llamo Tomás y vine desde el futuro para conocerte". El T-Rex inclinó la cabeza y pareció sonreír.
Lentamente se acercó a Tomás, pero en lugar de atacarlo, comenzó a lamerle la cara como un perro amigable. Tomás rió y se dio cuenta de que este dinosaurio no era tan feroz como pensaba. Se sintió aliviado y emocionado al mismo tiempo.
A medida que pasaban los días, Tomás exploraba más el mundo prehistórico. Conoció a velociraptores inteligentes que cazaban en manada, vio cómo los herbívoros vivían pacíficamente juntos y aprendió sobre las diferentes especies de dinosaurios mientras observaba sus comportamientos.
Pero un día, mientras caminaba por un bosque lleno de helechos altos, escuchó un ruido extraño detrás de él. Cuando miró hacia atrás, vio a otro tiranosaurio rex mucho más grande y amenazador que el anterior. Tomás sabía que debía actuar rápido para protegerse.
Recordando lo aprendido sobre cómo los dinosaurios se comunicaban entre sí usando sonidos graves y fuertes rugidos, decidió intentarlo también. Con todas sus fuerzas, gritó lo más fuerte posible imitando los rugidos del T-Rex.
El nuevo tiranosaurio rex se detuvo sorprendido por ese pequeño humano valiente e imitador. Después de unos segundos eternos, el T-Rex gigante se dio la vuelta y se alejó lentamente. Tomás había logrado asustarlo con su valentía y conocimiento.
Después de esa experiencia, Tomás decidió que era hora de regresar a casa. Aunque había tenido una aventura increíble en el pasado, también extrañaba su hogar. Con un último vistazo a los dinosaurios prehistóricos, Tomás activó el reloj mágico y volvió al presente.
Estaba emocionado por contarle a todos sobre sus increíbles experiencias. Desde ese día, Tomás siguió amando los dinosaurios pero también aprendió que la valentía y el conocimiento pueden superar cualquier desafío.
Y aunque nunca más viajó al pasado, siempre llevará consigo las lecciones aprendidas en aquellos días mágicos entre los dinosaurios.
FIN.