Tomás, el astronauta soñador



Había una vez un niño llamado Tomás, que desde muy pequeño soñaba con ser astronauta y viajar por el espacio en su propia nave espacial.

Todos los días miraba al cielo estrellado preguntándose qué secretos se escondían más allá de las nubes. Un día, mientras paseaba por el parque, vio a un anciano con aspecto de sabio sentado en un banco.

Se acercó tímidamente y le preguntó:- ¿Usted cree que algún día podré cumplir mi sueño de ser astronauta? El anciano sonrió y respondió:- Claro que sí, Tomás. Siempre y cuando creas en ti mismo y trabajes duro para lograrlo.

Tomás se sintió inspirado por las palabras del anciano y decidió poner todo su empeño en convertirse en astronauta. Estudiaba cada día sobre el espacio, las estrellas y los planetas. También se esforzaba en la escuela para sacar buenas notas en matemáticas y ciencias.

Un año después, la NASA lanzó una convocatoria para reclutar nuevos astronautas. Tomás no dudó ni un segundo en enviar su solicitud. Pasaron semanas de nerviosismo hasta que finalmente recibió una carta que lo invitaba a participar en las pruebas de selección.

Con determinación, Tomás se preparó física y mentalmente para enfrentar cada desafío. Realizó simulacros de gravedad cero, aprendió a reparar equipos espaciales e incluso construyó su propia maqueta de nave espacial. Llegó el día de las pruebas finales donde debía demostrar todas sus habilidades.

Después de varias pruebas extenuantes, anunciaron a los seleccionados para formar parte de la próxima misión espacial...

¡y Tomás estaba entre ellos! - ¡Lo logré! ¡Voy a ser astronauta! -gritaba emocionado mientras abrazaba al anciano sabio que seguía observando desde lejos. La misión espacial fue todo un éxito. Tomás flotaba felizmente en gravedad cero, contemplando la inmensidad del universo desde su ventana.

Realizó experimentos científicos, exploró nuevos planetas y tomó fotografías increíbles que compartió con niños de todo el mundo. Al regresar a la Tierra como héroe nacional, Tomás dio conferencias motivacionales animando a otros niños a perseguir sus sueños sin importar lo imposible que parezcan.

Y así, aquel niño soñador se convirtió en un valiente astronauta que inspiró a toda una generación a alcanzar las estrellas con esfuerzo y dedicación. Porque como dijo una vez aquel anciano sabio: "El universo entero conspira para ayudarte cuando realmente deseas algo".

FIN.

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