Tomás, la lluvia y las estrellas
Había una vez un niño llamado Tomás que amaba escuchar la lluvia fuerte y mirar las estrellas. Era su actividad favorita en el mundo entero.
Cada vez que llovía, corría hacia la ventana y se quedaba allí por horas, viendo cómo los rayos iluminaban el cielo oscuro. Un día, mientras estaba sentado en su habitación mirando las estrellas, su madre entró en la habitación y le preguntó qué estaba haciendo.

"-Estoy mirando las estrellas mamá", respondió Tomás con una sonrisa. "-¿Por qué te gusta tanto hacerlo?", preguntó curiosa su madre. "-No sé, simplemente me hace sentir feliz y tranquilo", dijo Tomás encogiéndose de hombros.
La madre de Tomás decidió llevarlo a un planetario para que pudiera aprender más sobre las estrellas y los planetas. Desde ese día, Tomás se convirtió en un apasionado de la astronomía. Pasaba horas leyendo libros sobre el tema y buscando información en internet.
Un día, mientras caminaba hacia casa después de la escuela, vio a unos niños jugando fútbol en el parque cercano. Se acercó a ellos para ver si podía jugar también. "¿Puedo jugar con ustedes?", preguntó tímidamente.

Los niños se rieron entre ellos antes de responder: "No creo que quieras jugar con nosotros. Somos muy buenos". Tomás no perdió la esperanza e insistió: "-Por favor déjenme intentarlo". Los niños aceptaron finalmente dejarlo jugar durante cinco minutos.
Para sorpresa de todos, resultó ser bastante bueno jugando al fútbol. Los niños quedaron impresionados y le preguntaron cómo había aprendido a jugar tan bien. "-Practicando mucho", respondió Tomás con una sonrisa.
A partir de ese día, Tomás se unió al equipo de fútbol local y comenzó a ir a entrenar todos los días después de la escuela. Descubrió que podía ser bueno en más cosas además de mirar las estrellas. Un día, mientras estaba jugando un partido importante, comenzó a llover fuertemente.

En lugar de desanimarse, Tomás se sintió emocionado. Era como si la lluvia lo hubiera traído de vuelta a su amor por ella.
Comenzó a moverse con más rapidez y habilidad bajo la lluvia torrencial, marcando goles increíbles uno tras otro. Después del partido, sus compañeros de equipo lo felicitaron por su gran actuación bajo la lluvia: "-Eres realmente bueno jugando en condiciones difíciles". Tomás sonrió y les dijo: "-Es porque amo escuchar la lluvia fuerte".
La historia del niño que amaba escuchar la lluvia fuerte y mirar las estrellas enseña que no importa cuán diferentes seamos o qué cosas nos gusten hacer, siempre podemos encontrar algo en común con los demás.
Además, nunca debemos dejar que nuestros miedos o prejuicios nos impidan intentarlo algo nuevo o descubrir nuevas pasiones.
