Tomás Visits the Doctor



Había una vez un niño llamado Tomás que estaba muy emocionado porque iba a ir al doctor con su mamá.

Desde que se despertó por la mañana, no paraba de hacer preguntas sobre lo que pasaría en la consulta médica. "Mamá, ¿crees que el doctor me pondrá inyecciones? ¿Y si tengo alguna enfermedad rara?", preguntó Tomás mientras se abrochaba los zapatos. Su mamá, con una sonrisa tranquilizadora, le respondió: "No te preocupes, cariño.

El doctor está aquí para ayudarnos y asegurarse de que estemos saludables. No debes tener miedo". Tomás asintió y se subieron al auto para dirigirse a la clínica. Mientras viajaban, pasaron junto a un parque donde había niños jugando en los columpios.

"¡Mira, mamá! ¡Qué divertido se ve! ¿Crees que después de ver al doctor podamos ir a jugar allí?"Su mamá le acarició el cabello y dijo: "Claro que sí, Tomás.

Después de nuestra visita al médico, podemos disfrutar un rato en el parque". Cuando llegaron a la clínica, fueron recibidos por una enfermera amable que les indicó dónde esperar hasta ser llamados. Había revistas y libros para entretenerse mientras tanto.

Después de unos minutos de espera nerviosa pero emocionante para Tomás, finalmente llegó el turno de entrar al consultorio del doctor. La sala estaba llena de herramientas médicas y pinturas coloridas en las paredes.

El doctor Martín era muy simpático y comenzó a hacerle preguntas a Tomás sobre cómo se sentía y si había notado algo extraño en su cuerpo. "No, doctor. Me siento muy bien", respondió Tomás con una sonrisa.

El doctor Martín revisó los oídos, la garganta y la respiración de Tomás, escuchando atentamente cada uno de sus latidos. Luego le pidió que abriera la boca para contarle cuántos dientes tenía. "¡Uy! ¡Tienes un montón de dientes saludables! Tus padres deben estar muy orgullosos de ti por cuidar tan bien tu boca".

Tomás se sintió feliz al saber que estaba haciendo las cosas bien. El doctor Martín también revisó su altura y peso, asegurándose de que todo estuviera dentro del rango normal.

"¡Eres un niño muy saludable, Tomás! Solo necesitas seguir comiendo alimentos nutritivos y hacer ejercicio regularmente". Después de la consulta, el doctor les dio algunos consejos útiles para mantenerse sanos: lavarse las manos antes de comer, cepillarse los dientes dos veces al día y beber mucha agua.

Tomás salió del consultorio con una gran sonrisa en su rostro. Estaba emocionado por ir al parque a jugar como habían prometido.

En el camino hacia allí, le dijo a su mamá:"Mamá, estoy feliz porque el doctor me dijo que soy un niño saludable. Quiero cuidarme mucho para siempre estar así". Su mamá lo abrazó cariñosamente y dijo: "Eso es maravilloso, Tomás. Recuerda que tu salud es lo más importante y siempre estaremos aquí para apoyarte".

Desde ese día, Tomás se convirtió en un niño comprometido con su salud. Comía frutas y verduras todos los días, jugaba al aire libre y siempre se lavaba las manos antes de comer.

Y así, Tomás aprendió que ir al doctor no era algo malo, sino una oportunidad para cuidar de sí mismo y asegurarse de seguir creciendo fuerte y saludable. Fin.

FIN.

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