Tomás y el baile equilibrado
Había una vez un niño llamado Tomás que estaba muy emocionado porque se acercaba la fiesta de su colegio. Todos los años, el colegio organizaba una gran celebración llena de música, baile y diversión.
A Tomás le encantaba bailar, así que estaba ansioso por mostrar sus mejores movimientos en la pista. El día de la fiesta finalmente llegó y el salón del colegio se llenó de luces brillantes y música alegre.
Los niños estaban felices y emocionados mientras esperaban su turno para bailar. Tomás no podía contener su emoción y comenzó a moverse al ritmo de la música incluso antes de que empezara oficialmente la fiesta.
Cuando sonó la primera canción, Tomás fue uno de los primeros en subir al escenario improvisado para mostrar sus habilidades. Bailaba con tanta pasión y energía que todos los demás lo miraban con admiración. Pero a medida que pasaban las canciones, Tomás empezaba a sentirse cansado.
Sin embargo, él no quería parar de bailar. Se dejó llevar por la emoción del momento y continuó moviéndose sin descanso.
Sus amigos le advertían que debía tomar un respiro, pero él solo respondía: "-No puedo parar ahora, estoy disfrutando demasiado". Con cada canción nueva, el cuerpo de Tomás se iba agotando más y más. Podía sentir cómo sus piernas ya no respondían como antes y su respiración se volvía pesada. Pero aún así seguía bailando incansablemente.
De repente, mientras daba un giro espectacular, tropezó y cayó al suelo. Todos los niños se preocuparon y corrieron a ayudarlo. Tomás estaba exhausto y le dolían todos los músculos de su cuerpo.
La maestra del colegio, la señorita Laura, se acercó a él con una sonrisa amable pero preocupada. "-Tomás, te advertimos que tomaras un descanso", dijo ella con dulzura. "-Entendemos que te encanta bailar, pero es importante escuchar a tu cuerpo y cuidarte".
Tomás miró a su alrededor y vio cómo sus amigos seguían disfrutando de la fiesta sin él. Se dio cuenta de que había dejado de lado el equilibrio entre diversión y cuidado personal.
La señorita Laura lo ayudó a levantarse y le ofreció agua para hidratarse. Luego, lo llevó a un rincón tranquilo donde pudiera descansar. Mientras Tomás se recuperaba poco a poco, la señorita Laura le hablaba sobre la importancia de escuchar las necesidades de nuestro cuerpo.
Le explicó cómo el exceso de actividad sin pausas puede agotarnos físicamente y poner en riesgo nuestra salud. También le enseñó técnicas para reconocer cuando era necesario tomar un respiro durante una actividad intensa como bailar.
Tomás entendió el mensaje de la señorita Laura y prometió ser más consciente en el futuro. Aprendió que aunque es maravilloso disfrutar plenamente de nuestras pasiones, también es fundamental cuidar nuestra salud física y mental.
Desde ese día en adelante, Tomás siguió siendo un gran bailarín, pero aprendió a escuchar las señales de su cuerpo y a tomar descansos cuando era necesario. Bailaba con alegría y moderación, disfrutando de cada momento sin poner en riesgo su bienestar.
Y así, la fiesta del colegio continuó con música, baile y risas, pero esta vez todos los niños aprendieron una valiosa lección sobre el equilibrio entre diversión y cuidado personal.
La historia de Tomás se convirtió en una inspiración para todos ellos, recordándoles que es importante escucharse a sí mismos mientras siguen sus pasiones.
FIN.