Tomás y el Bosque de las Letras



Había una vez, en un lejano pueblo, un niño llamado Tomás. A Tomás le encantaba leer y se pasaba horas y horas sumergido en libros de aventuras, magia y misterio.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, Tomás se encontró con un lugar mágico y maravilloso: el Bosque de las Letras. Las hojas de los árboles eran letras que formaban palabras, y los pájaros cantaban rimas y poemas.

Tomás no podía creer lo que veía y decidió adentrarse en el bosque para explorarlo. Al comenzar a caminar, se encontró con la letra A, que le sonrió y le dijo: "Hola, soy la letra A, la primera del abecedario.

¿Quieres jugar conmigo a formar palabras?" Tomás asintió emocionado y juntos comenzaron a formar palabras con las letras del bosque. Pronto, se unieron a ellos la letra E, la letra I y la letra O. Juntos formaban palabras mágicas que llenaban el bosque de alegría.

De repente, escucharon un llanto. Era la letra U, que se sentía triste y sola. Tomás se acercó a ella y le preguntó qué le pasaba. La letra U le contó que se sentía inútil porque muchas palabras no la incluían.

Tomás le recordó lo importante que era su presencia en las palabras y cómo cambiaba su significado. La letra U se sintió mejor y se unió al juego.

Pasaron horas jugando y explorando el bosque, aprendiendo sobre la importancia de cada letra y cómo juntas formaban palabras mágicas. Al atardecer, Tomás se despidió del Bosque de las Letras, sabiendo que siempre sería bienvenido para jugar y aprender con las letras.

Desde ese día, Tomás se convirtió en un gran amigo del Bosque de las Letras, y cada vez que leía un libro, recordaba la aventura mágica que vivió con las letras. Y así, continuó explorando el mundo de la lectura con una nueva comprensión y amor por las letras.

FIN.

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