Tomás y el camino de las hormigas
Había una vez un niño llamado Tomás que era muy inquieto y siempre estaba explorando el mundo a su alrededor. Un día, mientras caminaba por el parque, Tomás se encontró con un pequeño obstáculo en su camino: una piedra.
Tomás no vio la piedra y terminó tropezando y cayendo de bruces al suelo. Se levantó rápidamente y se sacudió la tierra de sus rodillas.
Estaba un poco avergonzado porque había algunas personas cerca que lo habían visto caer. Justo en ese momento, apareció Lucas, un niño algo mayor que Tomás. Lucas había presenciado la caída de Tomás y se acercó para ayudarlo. "¿Estás bien?" -preguntó Lucas con preocupación.
"Sí, solo me tropiezo con esta piedra", respondió Tomás sonrojado. Lucas sonrió amablemente y le dijo a Tomás: "A todos nos pasa alguna vez. Pero lo importante es cómo nos levantamos después de caer".
Tomás miró a Lucas con curiosidad y preguntó: "¿Qué quieres decir?"Lucas explicó: "Cuando tropezamos o enfrentamos dificultades en la vida, debemos encontrar la fuerza dentro de nosotros para seguir adelante. No dejar que los obstáculos nos detengan". "Pero ¿cómo puedo hacer eso?", preguntó Tomás intrigado.
Lucas reflexionó por un momento antes de responder: "Creo que podemos aprender mucho de las hormigas". Tomás frunció el ceño confundido: "¿De las hormigas? ¿Cómo?"Lucas explicó emocionadamente: "Las hormigas son pequeñas, pero son persistentes y trabajadoras.
Siempre encuentran una manera de superar los obstáculos que se les presentan". Tomás se iluminó con una sonrisa: "¡Eso es genial! Quiero ser como las hormigas". Lucas asintió y dijo: "Entonces, cada vez que te enfrentes a un obstáculo, piensa en cómo actuarían las hormigas.
No te rindas y busca soluciones creativas para seguir adelante". A partir de ese día, Tomás adoptó la mentalidad de las hormigas.
Cada vez que se encontraba con un problema o dificultad, recordaba lo que Lucas le había enseñado y buscaba formas de superarlo. Con el tiempo, Tomás se convirtió en un niño valiente y perseverante. Aprendió a no dejarse vencer por los tropiezos o contratiempos. En cambio, los veía como oportunidades para crecer y aprender.
Y así fue como Tomás descubrió que caerse no era algo malo; era parte del proceso de aprendizaje y crecimiento personal. Aprendió a levantarse con más fuerza cada vez que tropezaba.
Desde entonces, Tomás siguió explorando el mundo con entusiasmo y determinación. Y siempre llevó consigo la lección valiosa que había aprendido gracias a su encuentro con Lucas.
Y así termina esta historia inspiradora sobre cómo podemos encontrar fortaleza dentro de nosotros mismos cuando nos enfrentamos a obstáculos en nuestra vida. Así que recuerda, ¡levántate después de caer porque siempre hay más aventuras esperando!
FIN.