Tomás y el dragón en el bosque encantado


En un lejano bosque colorado vivía un bonito soldado llamado Tomás, que siempre soñaba con encontrar a su princesa. Un día, mientras paseaba por el bosque, escuchó unos gritos desesperados.

Se acercó corriendo y vio a una hermosa princesa atrapada en una red de araña gigante. Tomás sacó su espada y liberó a la princesa con valentía.

La princesa, agradecida, le dijo: "¡Oh, valiente soldado! ¡Gracias por salvarme! ¿Cómo puedo recompensarte?" -le preguntó la princesa con una sonrisa radiante. "No necesito ninguna recompensa, mi princesa. Solo me alegra poder ayudarte", respondió Tomás con humildad. La princesa se impresionó por la nobleza de Tomás y decidió invitarlo al castillo real para agradecerle adecuadamente.

En el castillo, el rey y la reina quedaron igualmente impresionados por la valentía del joven soldado. "Tomás, gracias por haber salvado a nuestra hija", expresó el rey emocionado.

"Queremos ofrecerte una recompensa: puedes quedarte en el castillo como nuestro invitado especial". Tomás aceptó encantado la oferta y se convirtió en un huésped frecuente en el castillo real. Pronto se hizo amigo de la princesa y juntos exploraban los rincones mágicos del bosque colorado.

Un día, mientras caminaban por el bosque, se toparon con un dragón enorme que bloqueaba su camino. La princesa estaba asustada pero Tomás recordó sus días como soldado y decidió enfrentarse al dragón para protegerla.

Con astucia e ingenio, Tomás logró engañar al dragón haciéndole creer que era amigo suyo. El dragón terminó revelando que solo quería hacer amigos ya que todos le temían por ser diferente. "¡Vaya sorpresa! Nunca imaginamos que un dragón pudiera ser tan amigable", exclamaron la princesa y Tomás sorprendidos.

A partir de ese día, el dragón se convirtió en amigo del grupo y les mostró secretos ocultos del bosque colorado. Juntos vivieron muchas aventuras emocionantes y aprendieron importantes lecciones sobre amistad, valentía y aceptación de las diferencias.

Finalmente, Tomás comprendió que no necesitaba ser un príncipe para ganarse el corazón de la princesa; bastaba con ser él mismo y estar dispuesto a ayudar a los demás sin esperar nada a cambio.

Y así fue como en aquel bonito bosque colorado, un humilde soldado encontró su lugar junto a una valiente princesa y un amigable dragón; demostrando que lo importante no es cómo te vean los demás sino quién eres realmente en tu corazón.

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