Tomás y el guardián del aeropuerto


Había una vez un niño llamado Tomás que estaba de vacaciones con su familia en los Estados Unidos.

Estaban disfrutando de un día soleado en el parque cuando, de repente, Tomás se separó del resto de su familia sin darse cuenta. Cuando se dio cuenta de que estaba solo, Tomás comenzó a entrar en pánico. Caminó por el parque buscando desesperadamente a sus padres y hermanos, pero no los encontraba por ningún lado.

Llorando y asustado, decidió dirigirse al aeropuerto cercano para pedir ayuda. Al llegar al aeropuerto, Tomás vio a un amable oficial de seguridad llamado Pedro. Se acercó corriendo hacia él y le contó lo que había sucedido.

Pedro intentó calmarlo y le aseguró que haría todo lo posible para ayudarlo a encontrar a sus padres. Pedro llevó a Tomás al centro de control del aeropuerto y les explicó la situación a los demás oficiales.

Todos estaban decididos a encontrar a los padres de Tomás lo más rápido posible. Mientras tanto, en otro rincón del aeropuerto, una pareja llamada Ana y Juan estaban buscando frenéticamente a su hijo perdido.

Habían estado dando vueltas por el parque durante horas sin tener éxito alguno. Desesperados, decidieron ir al aeropuerto para ver si alguien allí tenía alguna información sobre su pequeño hijo.

Cuando Ana y Juan llegaron al centro de control del aeropuerto, Pedro se acercó rápidamente hacia ellos y preguntó: "¿Es este tu hijo?" señalando hacia Tomás quien estaba esperanzado de que fueran sus padres. Ana y Juan se miraron el uno al otro con lágrimas en los ojos, y abrazaron a Tomás con alegría.

"¡Oh, mi querido Tomás! ¡Estábamos tan preocupados por ti!", exclamó Ana mientras lo apretujaba entre sus brazos. "Gracias a Dios te encontramos, hijo", dijo Juan mientras le daba un beso en la mejilla.

Pedro explicó cómo Tomás había llegado solo al aeropuerto y cómo habían trabajado juntos para encontrar a sus padres. Ana y Juan estaban extremadamente agradecidos con Pedro y todos los demás oficiales que ayudaron en la búsqueda de su hijo.

Después de ese día, Tomás aprendió una valiosa lección sobre la importancia de mantenerse cerca de su familia en lugares públicos. También aprendió que siempre puede pedir ayuda cuando se sienta perdido o asustado.

Tomás nunca olvidaría el día en que se perdió en el aeropuerto, pero también nunca olvidaría cómo la bondad y la cooperación entre las personas pueden hacer una gran diferencia en situaciones difíciles. A partir de ese momento, siempre estaría más atento y cuidadoso para asegurarse de no volver a perderse nunca más.

Y si alguna vez veía a alguien más perdido, sabría exactamente qué hacer: buscar ayuda y ofrecer apoyo hasta que esa persona volviera a estar segura con su familia.

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