Tomás y el hada de la luz



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de bosques, un niño llamado Tomás que tenía miedo de la oscuridad.

Cada noche, cuando el sol se escondía y las estrellas comenzaban a brillar en el cielo, Tomás se metía debajo de las sábanas y temblaba de miedo. Un día, la noche más oscura que jamás había visto cubrió el pueblo. Las estrellas parecían apagadas y la luna no brillaba en lo absoluto.

Tomás estaba más asustado que nunca, pero algo extraordinario sucedió: de entre las sombras emergió una estrella fugaz que descendió lentamente hasta llegar al jardín de la casa de Tomás.

Al acercarse, la estrella fugaz se transformó en una hermosa hada con alas plateadas y ojos brillantes como diamantes. La hada le sonrió a Tomás y le dijo:"¿Por qué tienes tanto miedo, pequeño? Las sombras solo son ausencia de luz, pero siempre hay esperanza en medio de ellas".

Tomás quedó maravillado por la presencia del hada y decidió seguirla fuera de su casa. Juntos caminaron por el oscuro bosque iluminados por el brillo mágico del hada.

En su recorrido, se encontraron con otros niños del pueblo que también tenían miedo a la oscuridad. "¿Por qué nos has traído aquí?", preguntó uno de los niños. El hada les explicó que cada uno llevaba dentro una luz especial capaz de iluminar incluso la noche más oscura.

Les enseñó a mirar al cielo y encontrar figuras en las estrellas, a escuchar el canto nocturno de los grillos y sentir la frescura del viento entre los árboles.

Los niños descubrieron que no debían temerle a la oscuridad, sino abrazarla como parte natural del ciclo diario. Aprendieron a confiar en sí mismos y en su capacidad para enfrentar sus miedos con valentía. Desde esa noche, Tomás ya no le tenía miedo a la oscuridad.

Sabía que detrás de cada sombra había un mundo lleno de magia por descubrir y que las estrellas siempre estarían allí para guiarlo en su camino.

Y así, gracias al encuentro con el hada luminosa, los niños del pueblo aprendieron una gran lección: que incluso en medio de la noche más profunda, siempre hay luz si sabemos dónde buscarla.

FIN.

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