Tomás y el rescate del Expreso de la Aventura
Había una vez un tren muy especial llamado "El Expreso de la Aventura", que recorría todo el país llevando a pasajeros a lugares increíbles y maravillosos.
Un día, mientras se dirigía hacia la ciudad de Buenos Aires, algo extraño sucedió: al pasar por el Aeroparque Jorge Newbery, el tren comenzó a desarrollar una velocidad cada vez mayor. Los pasajeros se asustaron mucho al sentir que el tren iba más rápido de lo normal.
Algunos gritaban y otros cerraban los ojos con fuerza, pensando que iban a chocar. Pero entre ellos había un niño llamado Tomás, que era muy curioso y aventurero. En lugar de asustarse, comenzó a preguntarse qué estaba pasando.
- ¿Por qué vamos tan rápido? -preguntó Tomás al maquinista. - No lo sé -respondió el maquinista-. Algo debe haber pasado en las vías. Tomás no podía quedarse quieto sabiendo que algo estaba mal. Así que decidió investigar por su cuenta.
Se colgó del barandal del vagón y fue avanzando hacia la locomotora con cuidado para no caerse. Cuando llegó allí, vio que uno de los controles estaba dañado y hacía que el tren acelerara sin control.
Tomás no sabía cómo arreglarlo, pero recordaba haber visto algo parecido en una película sobre trenes antiguos. Con mucha astucia e ingenio, Tomás logró reparar el control averiado justo a tiempo antes de llegar a un túnel peligroso donde hubiera sido imposible frenar.
Los pasajeros se sorprendieron mucho al ver que el tren comenzaba a disminuir su velocidad poco a poco. - ¡Lo lograste, Tomás! -exclamó el maquinista-. Gracias a ti hemos evitado un accidente.
- No fue nada -respondió Tomás con humildad-. Solo hice lo que tenía que hacer. A partir de ese día, todos los pasajeros del "Expreso de la Aventura" recordarían la valentía y astucia de aquel niño llamado Tomás.
Y aunque nunca más volvieron a pasar por el Aeroparque Jorge Newbery, sabían que siempre estarían en buenas manos mientras viajaran en ese tren tan especial.
FIN.