Tomás y el sabor de la energía


Había una vez un nene llamado Tomás que no quería comer verduras.

Cada vez que su mamá le ponía un plato de brócoli, zanahoria o espinaca, él hacía una mueca y decía: "¡No quiero comer esto! ¡Tiene mal sabor!". Su mamá intentaba convencerlo diciéndole lo importante que era para su salud comer verduras, pero Tomás no quería escucharla. Prefería comer hamburguesas, papas fritas y gaseosas todo el día.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Tomás se sintió muy cansado y sin energías. No podía correr ni jugar como antes. Fue entonces cuando recordó las palabras de su mamá sobre la importancia de comer bien.

"Chicos, voy a irme a casa a tomar algo para recuperar fuerzas", dijo Tomás. "¿Qué vas a tomar?", preguntó uno de sus amigos. "Algo rico pero saludable", respondió Tomás decidido.

Cuando llegó a casa, su mamá le preparó un plato lleno de verduras frescas y coloridas: brócoli al vapor, zanahorias ralladas y ensalada de espinacas. Al principio, Tomás hizo una mueca como siempre pero luego decidió probarlas. Para su sorpresa, las verduras tenían un sabor delicioso y refrescante.

Comenzó a sentir cómo recuperaba la energía en su cuerpo poco a poco gracias al poder nutritivo de las verduras.

Desde ese día en adelante, Tomás comenzó a disfrutar más de las comidas saludables y se dio cuenta lo importante que era cuidar su cuerpo y alimentarlo bien. Ya no hacía muecas cada vez que le servían verduras y hasta se animaba a probar nuevas recetas.

La moraleja de esta historia es que debemos cuidar nuestro cuerpo y alimentarlo con comidas saludables para tener energía, sentirnos bien y disfrutar de la vida al máximo. A veces, las cosas que pensamos que no nos gustan pueden resultar ser muy sabrosas si les damos una oportunidad.

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