Tomás y el Tesoro Escondido
Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Tomás era curioso y le encantaba explorar la naturaleza. Un día, mientras paseaba por el bosque, encontró un viejo mapa arrugado entre las hojas.
"- ¡Mirá lo que encontré!" - gritó Tomás emocionado, y corrió hacia su amigo Lucas.
"- ¿Qué es eso?" - preguntó Lucas, acercándose.
"- Parece un mapa del tesoro. ¡Vamos a buscarlo!" - exclamó Tomás.
Los dos amigos decidieron seguir el mapa, que señalaba un lugar en las montañas. Tómando sus mochilas con un poco de comida, una linterna y una brújula, partieron en su aventura.
Al principio todo fue divertido, se reían y hacían chistes, pero pronto se encontraron con un río grande que debían cruzar.
"- No puedo saltar eso, es muy ancho!" - dijo Lucas, mirando el agua fluir rápidamente.
"- Tal vez podamos construir un puente con esas ramas" - sugirió Tomás.
Juntos, buscaron ramas fuertes y lograron hacer un puente improvisado. Tras cruzar, se sintieron muy orgullosos de haber superado el obstáculo.
Más adelante, el mapa los llevó a un área oscura y misteriosa del bosque.
"- Esto me da un poco de miedo..." - admitió Lucas.
"- Yo también, pero el tesoro podría ser algo increíble. ¡Vamos juntos!" - dijo Tomás, dándole valor a su amigo.
De repente, escucharon un ruido. Los dos se quedaron paralizados.
"- ¿Qué fue eso?" - preguntó Lucas, asustado.
"- No lo sé, pero no podemos volver ahora. Es hora de ser valientes" - respondió Tomás, decidido.
Cuando se acercaron, descubrieron que era solo un grupo de conejitos que salían brincando entre los arbustos.
"- ¡Son tan lindos!" - rió Lucas, aliviado.
Continuaron su camino, siguiendo el mapa, hasta que finalmente llegaron a una cueva. El mapa decía que el tesoro estaba adentro.
"- No sé si debo entrar..." - murmuró Lucas, mirando la cueva oscura.
"- Vamos, podemos usar la linterna." - animó Tomás, encendiendo su linterna.
Entraron juntos, iluminando el camino. Después de unos metros, vieron algo brillar al final de la cueva.
"- ¡Mirá!" - gritó Tomás, corriendo hacia el brillo. Cuando llegaron, encontraron un viejo cofre cubierto de polvo.
Con mucho esfuerzo, lograron abrir el cofre y dentro encontraron... ¡un montón de libros!"- ¿Qué? ¿No hay oro ni joyas?" - preguntó Lucas, decepcionado.
"- ¡Es aún mejor!" - dijo Tomás, tomando un libro en sus manos. "¡Es un tesoro de historias! Esto es algo que podemos compartir con todos en el pueblo y aprender juntos. Cada libro es una aventura distinta!"
Juntos, comenzaron a leer algunos pasajes y a reír con las historias locas. Al salir de la cueva, se sintieron felices y satisfechos.
"- En vez de buscar oro, encontramos historias que siempre quedan en nuestro corazón." - dijo Tomás.
"- Y eso es más valioso que cualquier tesoro material." - asintió Lucas.
Desde aquel día, Tomás y Lucas decidieron organizar lecturas en la plaza del pueblo, compartiendo el tesoro encontrado con todos sus amigos y vecinos. En el camino, aprendieron sobre la amistad, el trabajo en equipo y la importancia de la curiosidad. Y así, la historia de Tomás y su tesoro escondido se convirtió en una leyenda que se contaba en el pueblo de generación en generación.
FIN.