Tomás y el valiente ratón en la oscuridad


Había una vez un pequeño ratón llamado Tomás, que vivía en un agujero en el jardín de una linda casita. Tomás era muy valiente y aventurero, pero tenía un gran miedo a la oscuridad y a la sangre.

Siempre que llegaba la noche, se escondía dentro de su cueva temblando de miedo. Un día, mientras exploraba el jardín, Tomás escuchó un ruido extraño proveniente del bosque cercano.

Decidió investigar qué lo causaba y se adentró en la espesura del lugar. A medida que avanzaba, sintió cómo su corazón latía más rápido y sus patitas temblaban. De repente, entre los árboles apareció una pequeña ardilla llamada Sofía.

Ella también estaba asustada por el ruido y le dijo a Tomás: "¡Hola! ¿Tú también tienes miedo?". Tomás asintió tímidamente con la cabeza y les explicó sobre su temor a la oscuridad y a la sangre.

Sofía sonrió amablemente y le dijo: "Comprendo tus miedos, pero debemos enfrentarlos para poder superarlos". Juntos decidieron seguir adelante para descubrir qué estaba ocurriendo en el bosque. Mientras caminaban, encontraron unas huellas de animales cubiertas de sangre.

El corazón de Tomás comenzó a latir aún más rápido y su miedo aumentó considerablemente. Sin embargo, Sofía lo alentó diciendo: "No te preocupes, estoy aquí contigo". Siguiendo las huellas llegaron hasta un conejito herido llamado Benjamín. Había tropezado y se había lastimado una pata.

Estaba asustado y tenía miedo de la sangre que brotaba de su herida. Tomás, a pesar de su miedo, decidió ayudar a Benjamín.

Con mucho cuidado, tomó un pañuelo para detener el sangrado y le dijo: "No tienes por qué temerle a la sangre, solo debemos cuidarla para que puedas sanar". Poco a poco, Tomás fue superando su miedo mientras ayudaba al conejito.

A medida que pasaban los días, Tomás se dio cuenta de que enfrentar sus miedos no era tan malo como pensaba. Descubrió que la oscuridad podía ser amigable si encontraba formas de iluminarla con una linterna o velas. También aprendió que la sangre no era algo terrible, sino parte del proceso natural de curación.

Con el tiempo, Tomás se convirtió en un ratón valiente y decidido. Ya no temía a la noche ni a la sangre. Ayudaba a todos los animales heridos del bosque sin importar cuánta oscuridad hubiera o cuanta sangre pudiera ver.

Y así es como Tomás descubrió que enfrentando nuestros miedos podemos crecer y convertirnos en mejores versiones de nosotros mismos. Aprendió también el valor de ayudar a otros sin importar las dificultades o temores que tuviera en su camino.

Desde entonces, Tomás se convirtió en un ejemplo inspirador para todos los animales del bosque y juntos vivieron muchas aventuras llenas de coraje y solidaridad.

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