Tomás y el viaje del agua
Había una vez un niño llamado Tomás, a quien le encantaba observar el mundo a su alrededor. Un día, mientras estaba sentado en la cocina de su casa, notó un vaso lleno de agua sobre la mesa.
Tomás se acercó y comenzó a pensar en todo lo que podía aprender solo mirando ese vaso. Tomás sabía que el agua podía existir en tres estados diferentes: sólido, líquido y gaseoso. Así que decidió investigar más a fondo.
Observando el vaso de agua, notó que algunas gotas estaban evaporándose lentamente y formando pequeñas nubes dentro del recipiente.
- ¡Mamá! - exclamó Tomás emocionado - ¿Sabías que el agua puede convertirse en gas? Su mamá asintió con una sonrisa y le explicó cómo, cuando se calienta lo suficiente, el agua se evapora y se convierte en vapor. Tomás quedó fascinado por esta transformación y comenzó a imaginar cómo sería estar entre las nubes hechas de vapor de agua.
Soñaba con volar libremente como si fuera uno de esos gases flotantes. Pero luego algo extraño sucedió: la temperatura bajó repentinamente y las gotas de agua dentro del vaso comenzaron a congelarse lentamente hasta convertirse en hielo.
- ¡Mira mamá! - gritó Tomás - ¡El agua también puede ser sólida! Su mamá rió suavemente y le explicó cómo cuando el agua está muy fría, se congela y se convierte en hielo.
Le contó historias sobre patinar sobre lagos congelados y construir muñecos de nieve con la nieve helada. Tomás imaginó cómo sería deslizarse por el hielo y crear figuras mágicas en su jardín.
Estaba emocionado por todas las aventuras que podría vivir gracias a los diferentes estados del agua. Pero luego, Tomás notó algo aún más sorprendente: mientras jugaba con el vaso de agua, accidentalmente lo volcó y todo el contenido se derramó sobre la mesa.
- ¡Oh no! - exclamó Tomás preocupado - ¡Se me cayó el agua! Sin embargo, en lugar de sentirse triste, Tomás comenzó a reír cuando observó cómo las gotas de agua formaban pequeños charcos sobre la mesa. Las gotas parecían moverse libremente y deslizarse unas sobre otras.
- Mamá, mira cómo el agua fluye como un río en esta superficie plana - dijo Tomás entusiasmado - ¿Sabías que también puede ser líquida? Su mamá sonrió y le explicó cómo el agua es líquida en su estado natural.
Le contó historias sobre nadar en lagos cristalinos y disfrutar bajo la lluvia refrescante. Tomás soñaba con sumergirse en un océano infinito lleno de vida marina y explorar todos los secretos que se esconden debajo de sus aguas azules.
Tomás aprendió muchas lecciones ese día al observar un simple vaso de agua. Aprendió que la materia puede cambiar constantemente entre diferentes estados, ofreciendo infinitas posibilidades para aprender y crecer.
También descubrió que incluso las cosas más simples pueden tener secretos y maravillas ocultas si uno se toma el tiempo para observar y preguntar.
Desde ese día en adelante, Tomás siempre miraba al mundo con ojos curiosos y un corazón abierto, listo para descubrir todas las maravillas que la naturaleza tenía reservadas para él. Y así, su vida se convirtió en una aventura llena de aprendizaje y sorpresas.
FIN.