Tomás y la aventura segura


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, un niño llamado Tomás que siempre estaba explorando y descubriendo cosas nuevas.

Un día, mientras jugaba en su habitación, se dio cuenta de que había un enchufe cerca de su cama. - ¡Qué interesante! -dijo Tomás-. Nunca había visto esto antes. Sin embargo, recordó las palabras de su mamá: "No hay que tocar los enchufes".

A pesar de estar muy tentado a hacerlo, decidió no acercarse al enchufe y seguir jugando con sus bloques. Al día siguiente, mientras caminaba por el jardín de la casa, encontró un agujero en el piso.

Se asomó para ver qué había dentro y pensó:- ¿Será algún tesoro escondido? Pero luego recordó lo que le dijo su papá: "No hay que meter las manos en un agujero". Así que decidió alejarse del agujero y continuar explorando el jardín. Mientras tanto, Tomás seguía investigando sobre todo lo que lo rodeaba.

Descubrió nuevos insectos y plantas nunca antes vistas por él. También aprendió cómo funcionaban algunas herramientas del jardín como la regadera y la podadora.

Un día, mientras ayudaba a su papá a arreglar una lámpara rota en la sala de estar, se dio cuenta de algo importante:- Papá -dijo Tomás-, me di cuenta de algo muy importante: no hay que tocar los enchufes ni meter las manos en un agujero peligroso porque podemos lastimarnos mucho.

El papá sonrió orgulloso al escuchar a su hijo y le respondió:- Así es, Tomás. Es muy importante estar siempre atentos a nuestro alrededor y recordar las reglas de seguridad para evitar accidentes.

Desde ese día, Tomás se convirtió en un niño mucho más cuidadoso y responsable. Aprendió que la curiosidad era buena, pero nunca debía poner su vida en peligro. Y así, siguió explorando el mundo con una mente abierta pero también consciente de su propia seguridad.

Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

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